Cada día, en Bogotá, las mujeres gastan 2 horas y 35 minutos más que los hombres en hacer labores de cuidado que nunca nadie les va a pagar. Para que se haga una idea: en 2 horas y 35 minutos, un hombre alcanza a verse un partido completo de fútbol y el primer tiempo de otro más; pero, en ese mismo lapso, una mujer no está viendo el partido, sino que está trapeando, lavando la ropa o cuidando a los hijos sin que nadie le retribuya eso ni en tiempo ni en dinero.
Este es apenas uno de los hallazgos que este 22 de julio, en el Día Internacional del Trabajo Doméstico, comparte la Secretaría Distrital de la Mujer con su nueva ‘Línea base de sistema de cuidado’, hecha a partir de una encuesta aplicada a 24.762 personas en Bogotá. Si bien los resultados de esa encuesta se conocerán públicamente este viernes, a las 5 p. m., en el foro ‘Reconocer y valorar el trabajo doméstico’, que se hará en el auditorio Jaime Hoyos de la Universidad Javeriana, EL TIEMPO pudo conocer previamente los datos clave detrás de un trabajo que ha sido invisibilizado en la ciudad.
Aunque es cierto que ya existían datos alrededor del cuidado gracias a la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (Enut), que hace el Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane), esta es la primera vez que se tienen datos tan precisos y geolocalizados de los cuidadores no remunerados en Bogotá y es también la primera vez que se hace una encuesta de las creencias de los capitalinos sobre los trabajos de cuidado de otros y sobre los oficios domésticos.
"Esas 2 horas y 35 minutos representan
un cambio en lo que puede hacer una mujer en su vida: estudiar, leer, descansar, conseguir otro trabajo...”
Andrea Ramírez
Directora Omeg
“Si nosotros queremos tener un Sistema Distrital de Cuidado, debemos tener muy claras las necesidades para cada una de las zonas. Por ejemplo, no es lo mismo Chapinero urbano que Chapinero rural. Por primera vez tenemos una encuesta diferenciada por localidad y por zonas rurales y urbanas que nos permite tener un alto nivel de detalle”, afirma Andrea Ramírez Pisco, directora de Gestión del Conocimiento y del Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de la Secretaría Distrital de la Mujer, y agrega que medir no solo las brechas de tiempo invertido en cuidado, sino las creencias es clave en este ejercicio. “La idea es evaluar si las cosas cambian. Podemos seguir midiendo la brecha de tiempo y ver si aumenta o disminuye, pero necesitamos saber qué está pensando la gente, si hay un cambio cultural para entender qué está funcionando para que la brecha aumente o disminuya. Si no hay una transformación cultural de fondo con el cuidado, pues realmente no van a pasar muchas cosas".
Ramírez anota que este ejercicio de encuesta se repetirá cada dos o tres años para ver los avances tanto en reducción de brechas de tiempo como en cambios de creencias.
Una radiografía
De acuerdo con la nueva ‘Línea base del Sistema de Cuidado’, en Bogotá, mientras 9 de cada 10 mujeres realizan trabajos de cuidado no remunerado, solo 7 de cada 10 hombres lo hacen. Se sabe también que, en la capital, un 30 por ciento de las mujeres realizan exclusivamente trabajos domésticos y de cuidado no remunerado por más de 6 horas al día y no tienen ningún ingreso adicional; esta situación, sin embargo, solo la vive un 8 por ciento de los hombres.
En materia de edad, un 3,1 por ciento de los cuidadores son, de hecho, niños y niñas entre los 10 y los 17 años; un 22 por ciento, jóvenes entre los 18 y los 28 años; un 58 por ciento, adultos, entre los 29 y los 58 años; y un 17 por ciento, adultos mayores.
En cuanto a educación, cerca del 75 por ciento de los cuidadores en la zona urbana alcanzaron máximo el bachillerato. Y, del lado de la salud, 32,7 por ciento tiene una enfermedad crónica diagnosticada, pero un 9 por ciento no tiene ni siquiera la afiliación a un sistema de seguridad social en salud.
A su vez, Ramírez anota que se evidenció que “los 45 años también se están volviendo un punto de quiebre en el cual las mujeres dejan su vida laboral y se dedican a los cuidados del hogar”, debido a que es una edad en la que las mujeres empiezan a perder su empleo –y difícilmente vuelven a ser contratadas– y se les asigna una carga de cuidado de los hijos y de los padres. “El 22 por ciento de las mujeres en Bogotá han renunciado para ejercer trabajos de cuidado”, apunta Ramírez.
La brecha del tiempo
Así como existen brechas de empleo, remuneración y otros indicadores, existe la brecha de tiempo entre hombres y mujeres. Esta encuesta, precisamente, permitió medirlo: las mujeres destinan 2 horas y 35 minutos más que los hombres a cuidar (de los hijos, los abuelos y, en general, la familia) y hacer trabajo doméstico.
¿De dónde salen esas 2 horas y 35 minutos? De la hora y 37 minutos extra diarios (frente a los hombres cuidadores) que dedican las mujeres a cuidado pasivo, de los 40 minutos extra que dedican al suministro de alimentos, de los 29 minutos extra que dedican a la limpieza, de los 23 minutos que dedican a mantenimiento de vestuario, entre otras labores.
Y así como hay brechas de tiempo dedicado al oficio, también hay brechas de tiempo que hombres y mujeres pueden dedicar al autocuidado: los hombres pueden dedicar 43 minutos más de tiempo a actividades de ocio, vida cultural, vida social y vida religiosa que las mujeres. Y si bien 97 por ciento de ellas consideran que necesitan más tiempo para cuidarse, no hay de dónde sacarlo hasta tanto no se las descargue de un rol que socialmente se les ha asignado.
Las creencias
Ramírez destaca que, precisamente, esa descarga depende de un cambio cultural. Y el panorama es complicado: 14,98 por ciento de las personas en Bogotá no están de acuerdo con que el cuidado y el oficio doméstico son un trabajo. Además, 57 por ciento cree que a los hombres se les dificulta aprender a cuidar y hacer oficio; 92,8 por ciento cree que los hombres deben ‘ayudar’ en eso, pero no es su responsabilidad; 50 por ciento considera que para las personas está mal visto que los hombres hagan trabajo de cuidado; y 75 por ciento no les enseña a sus hijos hombres hacer labores del hogar.
La buena noticia es que en Bogotá un 33 por ciento de las personas creen que sí hay que hacer una redistribución de las actividades del hogar. El reto será no solo lograr que el otro 67 por ciento de la ciudad crea lo mismo, sino que el reconocimiento, reducción y redistribución del trabajo de cuidado no remunerado sea una realidad. Solo así las mujeres cuidadoras de Bogotá tendrán de regreso sus 2 horas y 35 minutos.
ANA PUENTES