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Chocolate, la bicicletería que le ayudó a Nelson a sobrevivir
Gracias a su ingenio este hombre les brinda todo tipo de servicios a los ciclistas bogotanos.
Nelson Sinisterra elaboró su bicicletería móvil en donde carga todo lo necesario para brindar los servicios a las bicis. Foto: Nicolle Rojas
Aprovechar las oportunidades fue lo que él hizo cuando llegó de Buenaventura.
El sur de Bogotá fue su primera estación y fue allí donde Nelson Sinisterra, de Buenaventura, comenzó a detectar el número de ciclistas que pasaban por las vías del sector. También sus necesidades. “Eso que estaba pasando puede jugar a mi favor”, eso fue lo que pensó en ese momento.
Entonces se puso manos a la obra. Recorrió la zona y hasta habló con un vendedor de jugos, quien le dio el primer impulso para montar el emprendimiento que ya rondaba por su cabeza: una bicicletería movil. “Hágale, hombre, de eso por aquí no hay”, le dijo aquel hombre y así nació su negocio al que le puso de nombre El Chocolate.
Desde hace cuatro años se levanta cada día a las 3 de la mañana, se monta en su vehículo de tres ruedas, forjado en aluminio, que lleva atrás un cubículo de madera. Él pedalea desde su casa, en Bosa Betania, hasta llegar a su punto de trabajo, sobre la avenida Boyacá con avenida de las Américas.
Sin importar el clima, Nelson dice que no falta a su cita diaria de trabajo. Está ahí casi todo el tiempo. Abre las puertas a las 4 a. m y cierra a las 9 p. m.
Incluso ha llegado a pasar noches enteras en su pequeño cubículo de madera para protegerlo de los ladrones. Es que ya le pasó una vez, no sabe si por descuido; lo que sí recuerda es que le quitaron lo poco que tenía, que para él era todo lo que poseía.
Eso sucedió una tarde. Los delincuentes llegaron como clientes normales. Él les arregló las bicis y se retiraron. Instantes después, Nelson cruzó la avenida y se quedó de pie en la acera del cruce. Vigilaba su negocio, pero durante unos segundos, en los que desvió la mirada, se le llevaron todo.
Como dicen por ahí, lección aprendida: jamás volvió a dejar solo su punto de trabajo.
Lo curioso es que la infraestructura tiene una especie de segundo piso adecuado con un cojín y una cobija para poder recostarse, descansar y, a la vez, estar alerta.
Nelsón se le mide a cualquier arreglo, incluso, hasta pinta las bicis. Foto:Nicolle Rojas
Poco a poco ha conseguido más cosas para potenciar su bicicletería móvil. Mejorar la estructura es uno de sus planes. Le faltan algunas piezas y soldaduras para equiparlo y blindarlo contra el hampa.
En las fachadas laterales tiene dos rines; de ellos, una historia muy bonita, pues le recuerdan uno de los motivos de crear el servicio sobre ruedas para los bicis. “Tengo un par de rines que fueron de mi primera ‘bici’ de trabajo. No los vendo, fueron un obsequio y son mi tesoro más preciado. Por ellos hoy estoy aquí y por nada los venderé”.
Al día puede atender desde lo más básico como lo es apretar un tornillo o una despinchada, hasta algo más grande, que requiere un poco más de trabajo, como un mantenimiento general que es engrasar las piezas, balancearlas y ajustarlas.
También, cuando el ciclista lo pide, les hace el cambio de tenedor y marco a las bicis.
Y si lo que se requiere es estético, Nelson se les mide a pintarlas y dejarlas como nuevas. “Mejor dicho, aquí le presto primeros auxilios a todo el que viene varado, de a poquito pero ahí se le tiene a la gente lo que más necesita”.
Nelson, chocoano emprendedor que se las ingenió para salir adelante en la capital, sueña con ampliar su punto.