Juan David Rojas era su hijo, sí, estaba en la cárcel por infringir las normas, estaba encerrado por lo que hizo, "pero no merecía morir así, en medio de las llamas, en una celda llena de personas, ante la mirada indiferente de unos policías", dijo su madre tratando de explicar que nada justifica dejar a una persona quemarse en vida.
Este joven había sido conducido, primero, a la estación de policía de Ciudadela Sucre por haber salido de su casa mientras cumplía una pena de forma domiciliaria. "Allá estábamos muy preocupados porque estaban tratando muy mal a los internos. Yo denuncié todos esos abusos, tengo pruebas".
Esta madre de familia narró que en ese lugar su hijo había sido lesionado por otros internos. "Para el 18 de agosto del 2020 había recibido tres puñaladas y varios golpes. Tengo pruebas de todo eso".
Fue por esta razón que esta mujer decidió pedir el traslado para su hijo hacia otra estación de policía. "Claro, yo nunca me pude haber imaginado que el remedio iba a ser peor que la enfermedad y que él iba a salir muerto de allá".
Aunque esta mujer luchó hasta el final para que le volvieran a dar casa por cárcel debido a que su hijo tenía problemas mentales, sufría del trastorno de bipolaridad e ideación suicida, nunca lo logró. "Entonces tuve que aceptar que se lo llevaran a la estación de San Mateo de Soacha".
Allá llegó el 27 de agosto del 2020. "Pero luego me enteré de que habían tenido que llevarlo de urgencias al hospital por secuelas de la golpiza que había recibido. Tenía lesiones fuertes en el riñón. Lo atendieron y regresó el jueves 3 de septiembre siguiente en horas de la mañana, pero esa misma noche volvió a recibir una golpiza, esta vez por parte de los policías de la estación de San Mateo".
Pero eso fue como en señal de protesta, era una llama muy leve. Luego supimos que un agente se acercó y que activó algo que propagó el incendio, sonó un pequeño estallido
Así fue que ese viernes 4 de septiembre de 2020 la familia del joven decidió arribar a la estación para llevarle comida y unos artículos personales. "Cuando llegamos, las quejas de los presos fueron terribles. Se las arreglaron para informarnos que les quitaban las cosas, que les daban comida descompuesta y una sola comida". Esta mujer dice que esa estación está ubicada en una especie de casa acondicionada y que solo hay una celda para ocho personas en la cual tenían a más de 16.
Todas esas denuncias de malos tratos calentaron los ánimos no solo de los presos, sino de sus familias. Fue por eso que uno de los internos, según versión de esta mujer, prendió un pedazo pequeño de cobija. "Pero eso fue como en señal de protesta, era una llama muy leve. Luego supimos que un agente se acercó y que activó algo que propagó el incendio, sonó un pequeño estallido, pero muy leve porque no causó daños en los vidrios. Eso sí hizo crecer las llamas", aseguró.
Semejante escena hizo que los familiares de los presos reaccionaran para apagar las llamas. "Es mentira que los policías entraron a ayudarlos o a auxiliarlos. Cuando los sacaron ya estaban totalmente quemados".
Como pudieron, las madres de familia comenzaron a romper los vidrios y dos hombres más fueron los que trataron de retirar una reja y quienes entraron con unos extintores para tratar de apaciguar las llamas. "Pero ya no había nada que hacer, ellos ya estaba calcinados".
Esta mujer fue una de las que intentó romper los vidrios de la estación para salvar a su hijo y hasta intentó activar una manguera para regar agua. "Recuerdo tanto a un policía, me dijo: 'vea a ver si lo puede romper, eso es blindado'. En ese momento, me dio tanta indignación que le di más duro y lo pude quebrar".
Recuerdo tanto a un policía, me dijo: 'vea a ver si lo puede romper, eso es blindado'. En ese momento, me dio tanta indignación que le di más duro y lo pude quebrar
De un momento a otro, esta mujer observó todo en cámara lenta. "Vi a mi hijo salir como un ente de la celda. Una mujer de primeros auxilios trataba de quitarle pedazos de camiseta que se habían adherido a su cuerpo, luego vi que lo condujo a la ambulancia, ahí me acerqué y él me alcanzó a decir sus última palabras: 'mamita, ya no llores' ".
El joven tenía comprometidos todos sus órganos vitales. Juan David Rojas murió tres días después en un hospital. "Toda mi vida ha cambiado. Uno no trae un hijo al mundo para que muera en esas circunstancias. Estaba comenzando a vivir, tenía solo 25 años".
A pesar de los errores que había cometido, este joven era técnico en banca y finanzas y auxiliar de cocina. "Su sueño era montar su propio restaurante y tener una papelería. Tenía dos hijos, recientemente había nacido su bebé".
Vi a mi hijo. Una mujer trataba de quitarle pedazos de camiseta que se habían adherido a su cuerpo. Ahí me acerqué y él me alcanzó a decir sus última palabras: 'mamita, ya no llores'
Esta mujer siempre supo que esta denuncia no iba a ser fácil. "Los juzgan porque eran jóvenes que estaban tras las rejas, que habían violado la ley, que van a la cárcel para resocializarse, pero ellos estaban pagando por eso. Todos los seres humanos hemos cometido errores y merecemos una segunda oportunidad. Nadie merece morir quemado de esa forma".
Finalmente, esta mujer, quien prefiere ocultar su identidad, dice que el día del incendio había más de 20 policías presentes. "Era cambio de turno y además habían llamado refuerzos de otras estaciones. Si hubieran querido salvar a nuestros hijos, lo habría hecho".
CAROL MALAVER
SUBEDITORA DE BOGOTÁ
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