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Entrevista
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Residente de pagadiario: ‘Durante muchos años fuimos como fantasmas en Bogotá, no existíamos para nadie’
Por primera vez, estos hogares pueden recibir apoyo integral. Estos son algunos beneficiados.
Leidy Plaza es una de las beneficiarias del programa. Foto: Mauricio León/ Secretaría de Integración Social
Durante años, los habitantes de los pagadiarios en Bogotá han vivido invisibles para el sistema de ayudas de la ciudad y a merced del hampa. Sus días transcurren en espacios ínfimos y a diario solo los acompaña un sentimiento de exclusión. Hoy, esa historia empieza a cambiar.
Con la implementación de la Estrategia en Pagadiarios, el Distrito quiere marcar un antes y un después. Por primera vez, hogares que sobreviven en condiciones lamentables reciben atención integral: servicios para la primera infancia, personas mayores, personas con discapacidad, además de transferencias monetarias que buscan aliviar la pobreza extrema.
Desde noviembre de 2024, más de 4.400 personas han sido encuestadas y caracterizadas. A comienzos de marzo de 2025, 1.032 ya habían sido bancarizadas para recibir apoyo económico; 1.532 personas accedieron a servicios de Integración Social y 424 más fueron atendidas por la Secretaría de Educación.
Yo salgo a la calle a vender bolsas de basura y dulces. Lo que se pueda. Gano 15 o 25 mil pesos diarios, si me va bien. Debo reunir 670 mil pesos para todos los pagos del mes
En medio de estas cifras que no muestran el rostro de un fenómeno lamentable en la ciudad está Leidy Plaza, una mujer de 27 años que ha pasado casi la mitad de su vida en un cuarto de pagadiario ubicado en el barrio Las Cruces, en la carrera Tercera con calle Quinta. Desde que salió de su casa a los 14 años, ha sobrevivido primero sola y luego con sus dos hijos en un espacio donde, como ella misma dice, “solo hay cuatro paredes y mucha soledad”.
Leidy habla con serenidad, pero se siente muccha tristeza en sus palabras. “Los primeros días aquí en el pagadiario fueron muy duros. Saber que mi familia no estaba a mi lado, que el papá de mis hijos se fue… Me quedé sola”, cuenta. Su hijo mayor tiene 10 años, la niña 9. Ambos estudian en la Escuela Nacional de Comercio. “Yo salgo a la calle a vender bolsas de basura y dulces. Lo que se pueda. Gano 15 o 25 mil pesos diarios, si me va bien. Debo reunir 670 mil pesos para todos los pagos del mes”.
Ya no pienso en mí, pienso en el futuro de mis hijos. Sueño con verlos en la universidad, que sean personas de bien. Yo me voy a ir de este mundo, pero quiero dejarles algo mejor. Que trabajen honestamente y salgan adelante
Las ayudas del Distrito han llegado como un salvavidas en medio de la falta de red, de afecto, de una familia que la respalde. “Con lo que me dan, puedo reunir lo del arriendo o comprar mercado. Nos ayuda a solventar parte de nuestras necesidades”, afirma agradecida. “Nunca he tenido el amor incondicional de una familia. Cada quien aquí vive detrás de una puerta, pero nadie sabe el drama del otro”.
A pesar de todo, mantiene la esperanza puesta en sus hijos. “Ya no pienso en mí, pienso en su futuro. Sueño con verlos en la universidad, que sean personas de bien. Yo me voy a ir de este mundo, pero quiero dejarles algo mejor. Que trabajen honestamente y salgan adelante”.
Gracias a la ayuda del Distrito, que es fundamental en nuestras vidas. Éramos como fantasmas en estas zonas de la ciudad. Todos merecemos lo mismo, seamos ricos o pobres. Somos iguales
Leidy recuerda, casi con un nudo en la garganta, una de las noches más difíciles de su vida: “Estando embarazada, me tocó dormir en un parque. No tenía con qué pagar el pagadiario. No quiero volver a vivir eso”.
Aunque su realidad sigue siendo dura, hoy siente que su situación empieza a cambiar. “Gracias a la ayuda del Distrito, que es fundamental en nuestras vidas. Éramos como fantasmas en estas zonas de la ciudad. Todos merecemos lo mismo, seamos ricos o pobres. Somos iguales”. Ella no pide caridad, solo oportunidades. Porque detrás de cada puerta en un pagadiario hay una historia de lucha diaria.
La historia de Leidy Plaza es solo una entre miles que comienzan a tener un giro gracias a la Estrategia en Pagadiarios. En cada pieza, detrás de cada puerta raída por el paso de los años, hay vidas marcadas por la adversidad y la resistencia silenciosa que navegan por cuerdas llenas de ropas viejas que se secan con el aire y el sol. Hombres y mujeres que salen a la madrugada, trabajan todo el día y regresan muchas veces sin siquiera con qué comer.
Los pagadiarios son viviendas en donde sus residentes viven en extrema pobreza. Foto:Mauricio León/ Secretaría de Integración Social
Yolanda Rodríguez Niño, de 61 años, vive desde hace ocho meses en un pagadiario del barrio Las Cruces, en la localidad de Santa Fe. Sus problemas de movilidad, agravados por el sobrepeso, le dificultan desplazarse. Sin embargo, con el apoyo reciente de los programas sociales del Distrito, ha podido acceder a servicios que antes parecían fuera de su alcance.
Doris Ovelencho llegó hace un año a la localidad de Los Mártires. Comparte su habitación con su esposa, en un espacio que apenas alcanza para ambas. La estrategia les ha permitido conectarse con rutas de atención que brindan acompañamiento psicosocial y a derechos básicos.
Deiro José González, un adulto mayor con 15 años en un pagadiario, ha dedicado su vida al rebusque como vendedor ambulante. Hoy, gracias a la estrategia, no solo accede a un servicio de lavandería comunitaria, sino que además retomó su educación y está en proceso de validar su bachillerato, una meta que había quedado enterrada por las urgencias del día a día.
Rafael Albeiro Hernández vive desde hace seis meses en un pagadiario del barrio Santa Fe. Comparte el pequeño cuarto con su hija y su nieta. Actualmente, es beneficiario del programa Ingreso Mínimo Garantizado, un alivio para cubrir necesidades básicas mientras lucha por salir adelante junto a su familia.
Adriana Katherine Rodríguez también hace parte de esta nueva etapa de inclusión. Lleva dos años en un pagadiario, y su hija de ocho meses recibe atención en el Jardín Infantil Alameda, uno de los servicios dirigidos a la primera infancia que se habilitaron con esta estrategia.
Yesenia Polanco, otra residente de pagadiario, también es beneficiaria del Ingreso Mínimo Garantizado. En sus palabras, lo que más agradece es “ser tenida en cuenta”, después de años en los que sentía que nadie veía su situación.
Estas historias, diversas pero atravesadas por la misma condición de exclusión, reflejan una realidad que durante mucho tiempo fue ignorada. Hoy, con políticas que los reconocen como sujetos de derechos, los habitantes de pagadiarios comienzan a dejar de ser fantasmas para empezar a ser ciudadanos visibles.
La estrategia
En el marco del Plan Distrital de Desarrollo ‘Bogotá Camina Segura’, la Alcaldía de Bogotá puso en marcha una estrategia innovadora para atender a una de las poblaciones más vulnerables y excluidas de la ciudad: quienes habitan en inmuebles tipo pagadiarios. Estas personas, al no tener una residencia fija, no eran visibles para las políticas sociales ni podían acceder a subsidios tradicionales. Ahora, gracias a una intervención integral liderada por la istración distrital, su situación comienza a cambiar.
La estrategia, articulada con el programa Ingreso Mínimo Garantizado (IMG), se construyó a partir de un proceso de identificación y caracterización desarrollado desde noviembre de 2024 por la Secretaría Distrital de Planeación. Este ejercicio permitió localizar 286 inmuebles tipo pagadiario en las localidades de Santa Fe, La Candelaria y Los Mártires, y caracterizar a 4.499 personas que allí residen.
Residentes se los pagadiarios se exponen a condiciones de inseguridad. Foto:Mauricio León/ Secretaría de Integración Social
A diferencia de otros componentes del IMG, en esta ocasión no se utilizó el Sisbén como herramienta de focalización. En su lugar, se aplicó un instrumento específico de caracterización social, lo que permitió priorizar a esta población en extrema pobreza para la entrega de transferencias monetarias y a la oferta de servicios sociales del Distrito.
Como resultado de este esfuerzo, desde marzo de 2025 más de 1.400 hogares en pobreza extrema reciben apoyo económico a través del programa IMG. La estrategia también incluye a niños, niñas y adolescentes en los componentes de primera infancia y educación, así como a 256 personas mayores. En total, más de 1.900 personas han sido atendidas hasta la fecha por la Secretaría de Integración Social y otras entidades del Distrito.
Un elemento clave ha sido la inclusión financiera. A corte del 7 de marzo, 1.532 personas fueron bancarizadas para recibir las transferencias, muchas de ellas por primera vez. Esto representa un avance significativo, ya que habilita a esta población históricamente excluida a acceder de forma directa y segura a los recursos asignados. Plataformas como Nequi, DaviPlata, Dale, MOVii y Efecty han facilitado los canales de pago, permitiendo la bancarización o pagos por ventanilla según el caso.
La estrategia no se limita a la entrega de dinero. También se han garantizado cupos transitorios, acompañamiento en jardines infantiles y a servicios sociales. Para la istración distrital, uno de los pilares es la protección a la primera infancia, asegurando que niños y niñas asistan a espacios seguros que favorezcan su desarrollo integral y garanticen su alimentación.
Presupuesto histórico
Durante marzo de 2025, se destinaron $404.530.000 a esta estrategia en las localidades de La Candelaria, Los Mártires y Santa Fe. Sin embargo, el alcance será mayor: el Distrito ha aprobado un presupuesto total de $15.000 millones para este año, con lo cual se busca ampliar la cobertura a siete nuevas localidades: Barrios Unidos, Teusaquillo, Chapinero, Suba, Engativá, Fontibón y Kennedy.
El levantamiento de información en estas zonas comenzará en el segundo trimestre del año, y se espera incorporar también a personas con discapacidad y jóvenes, según lo determinen los nuevos ejercicios de caracterización. El objetivo es lograr que quienes viven en pagadiarios de estas localidades también accedan a la oferta social disponible, incluyendo las transferencias del IMG.
La Estrategia en Pagadiarios marca un antes y un después en la política social de Bogotá. Al derribar las barreras institucionales que por años excluyeron a esta población, se consolida un modelo de atención que no solo cubre necesidades básicas, sino que promueve la dignidad, la inclusión y la movilidad social.
Las autoridades insisten en que esta estrategia redefine el alcance y la efectividad de la atención social en la ciudad. El programa también busca reducir la pobreza, el hambre y la exclusión, alineándose con los objetivos del desarrollo social del Distrito.
Para acceder a este beneficio, es necesario haber sido incluido en los ejercicios de caracterización realizados por la istración distrital. La población objetivo incluye hogares en pobreza extrema que habitan en pagadiarios, así como personas mayores y niños, niñas y adolescentes en primera infancia y educación.
La articulación entre entidades públicas y privadas ha sido fundamental para poner en marcha esta estrategia, que se proyecta como un modelo replicable para cerrar brechas de exclusión en otros territorios.