En una medida a favor de la seguridad personal y vial, de la accesibilidad de todo tipo de personas y del uso eficiente de los recursos públicos, el Concejo de Bogotá aprobó un acuerdo para priorizar los cruces peatonales a nivel.
El acuerdo pide que la construcción de puentes peatonales no sea la primera opción, sino el resultado de una evaluación técnica. Tampoco pide eliminar puentes peatonales existentes, sino que se evalúe si realmente se justifica cambiar de nivel a los peatones para que los carros no paren. Y pide que en caso de que se construyan, los puentes cumplan con principios de accesibilidad universal. Creo que no es mucho pedir, es más bien una decisión afortunada, que sigue decisiones similares en
Medellín y en
Pereira. También sigue acciones en Cali, Tunja, Ciudad de México, Puebla y Oaxaca, entre otras ciudades, donde se han eliminado estructuras “anti-peatonales”.
La iniciativa fue impulsada por
Fundapeatón, un grupo de activistas comunitarios que buscan “la resignificación del peatón por una ciudad segura, accesible y disfrutable, y que ha seguido el trabajo de activistas mexicanos de la
Liga Peatonal, creadora de la carta de derechos del peatón. El impulso llegó a la concejal Lucía Bastidas hace unos años, quien consideró valiosos los puntos de vista de los activistas, y puso a consideración del cabildo un proyecto de acuerdo en 2020, que no logró aprobación en las sesiones ordinarias de ese año. Insistió en 2021 y acompañada de 21 concejales de muchas bancadas, logró, con ponencias positivas de Fabián Puentes y Julián Espinosa, que el Concejo le diera aprobación en primer y segundo debate.
Ahora se convierte en mandato para la istración, que apoyó el proyecto de acuerdo como uno de muchos elementos para favorecer a los más vulnerables en la vía. A pesar de que los tiempos entre la presentación y aprobación fueron bastante largos (temas de agenda que hacen difícil avanzar los proyectos de iniciativa de los concejales, frente a las urgencias de la istración), los debates en sí mismos fueron rápidos. Un punto a favor del Concejo que muestra que cuando se quiere se puede.
Aunque parezca un contrasentido, y los puentes se muestren como infraestructura para proteger a los peatones, realmente son infraestructura para favorecer la circulación de los vehículos. En muchos casos, los peatones tienen que recorrer largas distancias y subir y bajar largas escaleras y rampas para simplemente cruzar la calle. Un cruce de 30 metros se convierte en un recorrido de 150 m, con rampas o escaleras. Esto hace que se haga más difícil pasar la calle, a pesar del puente, a personas con discapacidad, adultos mayores y niños. O incluso a personas con lesiones temporales. Es un acto de exclusión de los más vulnerables.
Además, los puentes, tristemente, se han convertido en sitios donde se hace más fácil la labor de delincuentes. Son territorios de miedo, especialmente en la noche. En muchos casos tienen problemas de mantenimiento, vandalismo, falta de iluminación y robos.
Construir y mantener un puente peatonal es también más costoso que una buena intersección a nivel semaforizada. Algunos automovilistas dirán que los semáforos causan más trancón, pero esto se puede mitigar con la coordinación de la red y los controles inteligentes (nota: los que causan el trancón son los carros). Por último, a pesar de las buenas intenciones de seguridad vial con que se construyen, los puentes hacen que la velocidad de desplazamiento de carros y motos sea mayor, y se convierten en puntos de incidentes graves.
Un estudio liderado por el Dr. Erik Vergel, confirma esta paradoja para Bogotá: hay más choques graves en cercanía de los puentes peatonales que en otros puntos que no los tienen.
Ahora bien, hay casos en los cuales los puentes peatonales son una alternativa técnica efectiva. El acuerdo lista varias de ellas: vías arteriales, junto a intersecciones vehiculares a desnivel, en vías férreas, en a transporte masivo, en fin “donde la evaluación del caso específico arroje que definitivamente la construcción de un puente peatonal es la solución más eficiente en términos de tránsito, seguridad y movilidad, y/o cuando afecta elementos de la estructura ecológica principal de la ciudad". No es un tema en blanco y negro, hay grises, como oportunamente lo indicó el urbanista Camilo Santamaría.
Sobre los puentes existentes, se ordena una evaluación y un plan para eliminar o reemplazar aquellos que no tengan buenas condiciones de accesibilidad (sean realmente puentes anti-peatonales). La idea es que cunado las estructuras existentes estén cerca de cumplir su vida útil, en vez de rehabilitarse, se evalúe su reemplazo por pasos a nivel accesibles para todas las personas. No es un acuerdo para generar “detrimento patrimonial”.
En fin, una buena iniciativa discutida durante el “año del peatón” que ahora espera sanción por la alcaldesa Claudia López. Así como esperan también segundo debate los proyectos de acuerdo para promover la política pública del peatón, liderado por el concejal Celio Nieves, y el retorno de programas similares a las estrellas negras de Antanas Mockus, liderado por el concejal Diego Laserna. Ojalá el Concejo también los apruebe y, en conjunto con el acuerdo de prioridad de cruces a nivel, y los componentes peatonales del POT, permitan construir una política incluyente, segura, solidaria y ambientalmente sostenible con las personas más vulnerables en la vía, que somos al final todas las personas, porque todas somos peatonas.
DARÍO HIDALGO