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Niña fue apuñalada en su colegio por denunciar a estudiantes por robo en Bogotá
Secretaría de Educación investiga los hechos e inicia protocolo de emergencia.
La menor fue atendida en el hospital Simón Bolívar, donde será sometida a varias cirugías. Foto: Archivo particular
Una grave agresión conmociona a los colegios públicos de Bogotá. Una niña fue apuñalada por denunciar un robo en las instalaciones de su colegio, pues, había sido protagonizado por otros estudiantes.
La madre de la joven de 16 años dijo que su hija se dio cuenta de que otras alumnas habían realizado un robo masivo en el salón mientras los alumnos se encontraban en descanso. "Ella le reclamo a las culpables y ellas le dijeron que le iban a devolver las cosas, pero que lo harían a la salida del colegio", contó la angustiada mujer.
Cuando la menor acudió a la cita fue agredida de forma violenta, con puños y patadas, y además con un arma blanca por la protagonista del robo y por sus compañeras. "Si el hermano no acude en su ayuda, mi hija estaría muerta. Esta estudiante es una amenaza, exijo que se haga justicia".
La Secretaría de Educación del Distrito (SED), consultada por este diario, lamentó los hechos de riña ocurridos en el Colegio Sonia Osorio de Saint-Malo IED, el pasado 12 de septiembre, que resultó en una estudiante herida con arma blanca.
Desde que la SED tuvo conocimiento del caso, ha acompañado al colegio en la activación efectiva de los protocolos de atención integral por medio de los equipos territoriales y de entornos de la Oficina para la Convivencia Escolar.
Además de brindar apoyo en la activación de estos protocolos, hoy se llevará a cabo una reunión en las instalaciones de la institución educativa. El propósito de esta reunión es hacer una revisión frente al caso en particular, así como abordar los conflictos relacionados con la convivencia escolar y establecer conjuntamente una ruta para la resolución pacífica de los mismos.
"Desde la Secretaría de Educación del Distrito creemos firmemente que la convivencia escolar no se caracteriza por la ausencia de conflictos, sino una herramienta que busca que estos se tramiten de manera dialógica, sin el uso de la violencia. Por esta razón, promovemos la convivencia escolar como condición necesaria para el desarrollo de la comunidad educativa, y en estrecha relación con la participación, la democracia, la ciudadanía y la construcción de escuelas como territorios de paz", dijeron a través de un comunicado.
Casos de acoso pululan
Cifras de acoso escolar en Bogotá. Foto:Secretaría de Educación
Más de 2.835 casos de hostigamiento escolar entre 2022 y 2023 y 2.614 riñas reportados al sistema de alertas de la Secretaría de Educación de Bogotá en ese mismo periodo de tiempo, más los casos que nunca se denuncian, están dejando serios problemas de salud física y mental en los jóvenes que termina, muchas veces, en tragedia. Solo basta con escuchar los testimonios de algunos padres de familia que han vivido los estragos que esta situación ha causado en sus hijos.
Alicia* tiene solo 11 años y estudia en un colegio en el barrio San Cipriano de Bogotá. Durante varios días tuvo que soportar agresiones de sus compañeros de estudio. Le daban fuertes golpes en la cabeza. “Hace 15 días, debido a esta situación, le dio un ataque de nervios. Sus compañeros le gritaban que no era una persona capaz, que no servía para nada”.
Lo más grave, cuenta la familia, es que la estudiante nunca contó con la ayuda de los docentes del plantel. “Ella me confió que un profesor le dijo tonta, y a otros estudiantes, que eran unos hipócritas por contarles a sus padres lo que pasaba en el colegio, o que les decía a los alumnos que peleaban como niñas. El matoneo es ahora protagonizado por los más grandes”.
Según expertos en educación, el 'bullying' o acoso escolar es uno de los mayores problemas que se presentan en los colegios. Foto:Archivo particular
Tras la crisis, Alicia terminó en el hospital Simón Bolívar, en donde les aseguraron a sus padres que ya había desarrollado una enfermedad mental. “Lo más preocupante es que estando en la urgencia fui testigo de dos casos más de matoneo. Los niños gritaban y pataleaban. Uno de ellos decía que no servía para nada, que no sabía qué hacer, y se golpeaban contra la camilla. Los tuvieron que amarrar. Uno alcanzó a morder a su mamá. Fue muy duro ver esa situación”. Esta familia dice que va a interponer acciones legales contra el colegio.
En marzo de este año, la madre de una niña rompió su silencio y estremeció a la ciudad. Dijo que había sido agredida por quinta vez en su colegio. Relató la forma en la que alumnos del plantel, ubicado en la localidad de San Cristóbal, le hacían encerronas, le pegaban puños y la tumbaban por las escaleras. “Ya me le habían ocasionado fracturas y lo único que me decían en el colegio es que la llevara al hospital San Blas”.
Este caso ocurrió en el colegio República del Ecuador. La niña estaba en grado sexto. “Fueron cinco ataques los que ella sufrió, en todos me tocó llevarla a urgencias. Por eso opté por comunicarme con los periodistas porque, Dios no quiera, van a matar a mi niña. En el colegio nadie me quiso responder ni ayudar en su momento”.
Ni qué decir de los casos de denuncia masiva por acoso escolar en colegios tan reconocidos como las Bethlemitas o el liceo Betel, en donde alumnas de varias generaciones han hecho marchas y plantones por casos de acoso entre alumnos y por parte de profesores. Y es que los abusos trascienden a lo virtual.
Según los resultados obtenidos en la primera fase (diagnóstico) de la investigación titulada ‘Cyberbullying: abordar al enemigo silencioso’, de la Facultad de Educación y el Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana, los principales factores de violencia escolar son la agresión verbal, la disrupción en el aula y el ciberacoso.
Este estudio se enfocó en una población de 1.355 estudiantes de quinto de primaria, con edades entre los 9 y los 12 años, pertenecientes a 41 colegios públicos y privados de toda Bogotá.
Los estudiantes conocían a compañeros que habían sido víctimas de acoso cibernético, y muchos de ellos habían estado expuestos a agresiones constantes. Estas, según el estudio, tuvieron lugar principalmente en contextos físicos como el colegio en horas de recreo y en horas de clase, en los autobuses y en las redes sociales.
También se encontró que muchos tomaron el rol de observador en dichas
agresiones. Los participantes fueron ‘intimidados’ principalmente por la apariencia física. Y lo más grave es que el acoso escolar no solo se da entre alumnos, pues hay casos en los que, incluso, los profesores son los agresores.
(Puede leer: Las pistas del extraño asesinato del profesor Julián Tello en Tocancipá).
Karolina Bruges contó lo que le pasó a su hijo cuando era estudiante de grado noveno en un colegio privado de Bogotá en donde estudió nueve años. “Él fue víctima en forma sistemática del acoso del profesor de educación física, que a la vez era su director de curso”, dijo.
Narró que el docente usaba palabras despectivas hacia él. “Mi hijo le caía mal. El acoso se intensificó y profesores de otras áreas también comenzaron a hacer malos comentarios contra el joven. Fue tan intensa la situación que mi hijo se deprimió y empezó a tener un pésimo rendimiento escolar. Lo saqué del colegio”.
¿Qué dicen los expertos?
Según Lina Saldarriaga, Ph. D. en Psicología y directora de Operaciones Aulas en Paz de la Universidad de los Andes, entre acoso, matoneo y bullying no hay mucha diferencia, son tres términos para referirse a la intimidación escolar, que es la acción en la que uno o varios niños que ejercen un poder sobre el otro por físico, edad, grupo, entre otros, agreden a otro de manera sistemática con una intención clara de hacer daño.
“El término ‘matoneo’ ya casi no se utiliza porque da a entender que hay un matón, y lo que entendemos ahora es que esto es un fenómeno social mucho más complejo”.
Agregó que uno de los aspectos contemplados en la Ley 1620 fue la ruta de atención integral, que les ayuda a los colegios a distinguir si las instituciones donde ocurre esto pueden ser situaciones tipo 1, de agresiones y conflictos; tipo 2, que es cuando hay bullying, o tipo 3, cuando hay violencia sexual.
“Lo que hay que hacer es seguir la ruta. Los colegios siguen luchando y aprendiendo. No hay claridad en cómo aterrizar esto. Hay protocolos de convivencia muy buenos, como los de la Secretaría de Educación de Bogotá o del Ministerio. Son modelos paso a paso de lo que hay que hacer”.
No obstante, Saldarriaga dice que esas guías, a veces, no aplican a las estructuras de los colegios o les falta información. “Estos deben crear sus protocolos siguiendo las líneas de los la SED y el Ministerio”.
En relación con los casos que muestran más niveles de violencia, dijo que es un fenómeno que se debe analizar con pinzas, aunque sí ha habido un aumento en su frecuencia.
“No es que los niños se hayan vuelto más agresivos o maquiavélicos, sino que el contexto escolar sufrió los estragos de la pandemia, los niños se alejaron de las prácticas para resolver este tipo de situaciones. Hay que reaprender estrategias de resolución de conflictos. La ansiedad y la depresión aumentaron”.
Eso sí, explicó que en la ruta de atención integral se deja claro cuando ya hay un delito. “Aquí entran vulneración de derechos, lesiones personales, violencia sexual, extorsiones, entre otros. Toca revisar todas las características para saber si el hecho se puede configurar como un delito”.
La concejal María Clara Name Ramírez dijo que las cifras en Bogotá muestran un aumento considerable de los casos de acoso y riñas escolares. “Es importante que los colegios y las familias tengan una mejor orientación en materia de prevención. A algunos de esos actores, esto se les salió de las manos".
La cabildante agregó que es claro que las agresiones son cada vez más lesivas y que no solo afectan la parte física de los estudiantes. “Aquí tenemos un problema grave de salud mental que está ahogando a esta población infantil y joven, y es importante que se tomen cartas en el asunto. Hay que hacer un mejor seguimiento, no solo a las personas vulneradas, también a su entorno familiar. Cuando hay un caso de acoso hay que hacer doble acompañamiento”.
Yohana Jiménez, defensora de los derechos de los niños, dijo que los colegios tienen la obligación de tener su manual de convivencia y manejo de casos de acoso y abuso.
“El país ha avanzado en materia de legislación y es importante revisar qué tanto las instituciones educativas están cumpliendo con los mandatos. La violencia en los colegios no es distinta a la que se presenta en las casas. La mayor responsabilidad la tienen las familias. En este tipo de comportamientos se pueden detectar casos de negligencia y abandono, falta de cuidado y ausencia de pautas de crianza”.