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Noticia
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Las horas de horror que pasó el niño de tres años que sobrevivió a ataque de su padrastro en barrio María Paz de Bogotá
Un hombre con las características del señalado responsable fue detenido en las últimas horas.
Entrada de la casa en donde, presuntamente, César Rodríguez Montero, de 28 años, asesinó a su hijastro de 1 año y 9 meses. Foto: Jonathan Toro Romero / EL TIEMPO.
Un par de globos blancos colgados sobre la puerta de metal roja fue lo único que quedó en la casa donde, presuntamente, César Rodríguez Montero, de 28 años, asesinó a su hijastro de 1 año y 9 meses, y dejó gravemente herido a su hermanito de tres años de edad que todavía está internado en el Hospital del Tintal.
En María Paz las vías son angostas, descarpadas, atiborradas de comercio formal e informal. La gente en la calle anda desprevenida y la movilidad es casi imposible entre los buses, los carros, las motos y los bicitaxis. Pero la zona no es solo esto: allí se ha configurado uno de los lugares más peligrosos de la ciudad y con niveles de pobreza importantes.
En medio del crimen, de las organizaciones delictivas, de la oscuridad de las cuadras donde se anidan los carretilleros y algunos habitantes de las calles, también viven familias enteras.
A las 5:30 de la tarde del pasado 20 de enero la escena en el sur de la ciudad fue aterradora. Según algunos vecinos, los gritos desgarradores de la madre de los dos niños se escucharon entre las cuadras. “Ella llegó de trabajar y nadie le abrió la puerta y fue cuando vino a buscar a la dueña de la casa para que le ayudara a abrir (...) sentía que algo había pasado. Cuando entró, estaba el niño en la cama, desnudo y con el cuerpo morado”, le contó a este diario Carlos Arturo Vargas, vecino de la casa y quien fue el único que logró ingresar a la vivienda a socorrer a la familia.
En la comunidad del Barrio María Paz reinó el silencio luego de que la puerta se abrió. Detrás del portón de la casa envejecida, cuentan los vecinos, encontraron al hermano mayor del niño asesinado con rastros de violencia también y múltiples hematomas no solo en su rostro, sino en el cuerpo, como más adelante lo confirmó el parte médico.
“Nadie se imagina lo que es entrar y ver a un niño tan pequeño tirado en una cama, completamente desnudo y con el cuerpecito morado (...) tiene que estar uno muy empericado para hacer una cosa de esas”, contó Carlos. Ese mismo hombre fue el que, minutos después de encontrar a Samuel sin vida, corrió hasta otra casa con Sebastián (hijo mayor) en los brazos para resguardarlo de la trágica escena.
Pese al paso de las horas, Sebastián seguía en shock. Entre los momentos de silencio absoluto y los de extrema tristeza y llanto, antes de que la patrulla de infancia y adolescencia lo recogiera en la casa del vecino, el niño repetía una y otra vez: “Él mató a mi hermanito, él mató a mi hermanito”.
Y es que, como si no fuera poco lo que ya había sucedido, el hombre que ahora es buscado por las autoridades, señalado de este crimen, dejó a Sebastián encerrado dentro de la casa por más de dos horas al lado del cuerpo de su hermano menor.
Antes del horror
Erica y César estaban recién llegados a la cuadra. Ambos eran oriundos de Valledupar y, como casi todas las familias trabajadoras de ese sector, ella se dedicaba a los oficios varios y él trabajaba en un montallantas justo en la esquina de la casa donde habría cometido el horrible crimen.
El día de los hechos, cuentan los vecinos, la mujer salió a trabajar sobre las 6:00 de la mañana y dejó a sus hijos al cuidado del padrastro. Sobre las 3:00 de la tarde, fue el último momento en el que los vecinos vieron a César. “Él estaba en el portón de la casa y tenía al niño muy sucio y llorando. Le dije que me lo dejara subir, que yo lo limpiaba y se lo regresaba cuando estuviera calmado, pero César no quiso y se entró”, señala la mujer dueña de la casa.
El llanto de Samuel era cada vez fue más fuerte, dicen. Pero de un momento a otro el silencio se apoderó de la casa y de las calles vecinas. El golpe de la puerta marcó el momento justo en el que César habría escapado.
De acuerdo con los testimonios recolectados por este diario; luego de cometer el crimen, César corrió a buscar ayuda de su jefe, en el taller de mecánica, cuentan que le pidió dinero y que le dijo que “la había cagado y que necesitaba irse”. Estaba nervioso y desorientado.
Presuntamente, César Rodríguez Montero, de 28 años, asesinó a su hijastro. Foto:Cortesía.
Pero el caso de los hermanos Samuel y Sebastián fue el final de una historia que parecía ya venir mal de tiempo atrás. Aunque Erica y César llevaban 10 días en ese lugar, lo cierto es que en el barrio ya habían pasado por otro “inquilinato” en el que duraron aproximadamente 6 meses; sin embargo, su historia no fue mucho más larga que eso.
EL TIEMPO habló con Jhon Manjarrés, hermano de Erica y tío de los dos niños, quien contó que su hermana se había conocido con César hace apenas siete meses y que luego de eso decidieron moverse a vivir en Bogotá. Él no siempre fue mecánico. Trabajaban en Corabastos y en todo lo que les salía y quienes lo conocieron aseguran no haber visto actitudes sospechosas.
Sin embargo, dentro del hogar todo era más trágico de lo que aparentaban. Testimonios de los dueños de los inquilinatos del sector señalan que el hombre maltrataba con frecuencia a Erica y que los dos pequeños siempre tuvieron que ver ese comportamiento; incluso, ese habría sido el motivo por el que los sacaron de su primera casa en Bogotá.
“Ellos eran una familia muy pobre (...) seguramente ella, con lo poco que ganaba, era la que lo mantenía a él y a los niños. Ese hombre tomaba mucho y, según lo que se escucha, él había llegado esa mañana tomado a la casa”, contó Carlos.
Por ahora, Sebastían sigue recluido en el Hospital de El Tintal donde se recupera de la golpiza que le propinaron; según el parte médico, el menor tenía traumas corporales y craneoencefálico. Se espera que, luego de su recuperación, la custodia quede en manos del Bienestar Familiar. Del padre biológico no se tiene información hasta el momento, según los reportes de la familia de los niños, el hombre estaría por los lados de Bosconia, en el departamento del César, sin tener conocimiento de lo que pasó con sus hijos.