La civilidad hace posible la ciudadanía

La civilidad es, esencialmente, fraternidad y solidaridad, imprescindibles para que logremos el sueño de la convivencia, de la vida colectiva en Bogotá. La civilidad es tan fuerte, que es capaz de rectificar a la Civilización cuando esta pierde el norte, cuando pierde de vista la fraternidad y la solidaridad. La vuelve el redil. Es imperativo, le recuerda, que construyamos una sociedad a escala humana. Una Bogotá a escala humana.

(Lea también: Opinión| Ciudades modernas y biosostenibles)

Hay una relación muy poderosa entre la causa de la Independencia -un hecho civil, antes que militar-, y la formación de la noción de ciudadanía. Desde la insurrección de los Comuneros en 1781, hasta la proclamación de la Independencia y el Cabildo Abierto en 1810, es decir, en el curso de 30 años, fue surgiendo la idea del nuevo ciudadano y la necesidad impostergable de la civilidad.

Debemos entender que ser los colombianos que somos hoy en día, ser los ciudadanos que somos hoy en día, nos costó sangre. La ciudadanía y la posibilidad de la civilidad no nos llegaron gratis, no nos llovieron del cielo. Para que nosotros pudiéramos ser los ciudadanos libres de hoy, tuvieron nuestros antepasados -los héroes y heroínas de nuestra Independencia-, que dar luchas monumentales, que jugarse al tablero sus vidas por completo, que morir muchas veces por el ideal de la emancipación

El enemigo histórico de esa civilidad, de ese anhelo de formar una nueva ciudadanía, ha sido el conflicto. Cuando ha vencido la civilidad, la sociedad y sus comunidades han estado en armonía y la convivencia al alcance de la mano. Cuando se ha impuesto el conflicto, la confrontación y la discordia se han adueñado de las horas y los días de nuestras vidas. Y esa tensión delinea nuestra historia de 200 años de vida republicana, con Bogotá como centro gravitacional.

¿Cuál es entonces el papel de una sociedad cívica como la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá? Ante el hecho insoslayable de que hoy en día inmensos sectores de la ciudadanía están marginados y degradados por la violencia, la pobreza y la desesperanza, ¿cuál es la tarea que debe llevar a cabo?

Su tarea es no desfallecer, como la sociedad cívica más antigua de la capital, que es. Por razones históricas debe seguir luchando por congregar a la ciudadanía, por crear los mecanismos para que esa ciudadanía esté informada y pueda participar e incidir en la política pública y la istración de la ciudad. Y eso comienza por lo local. Por mi casa, por mi calle, por mi conjunto, por mi UPZ, por mi Localidad, por el edil, por mi junta de acción comunal, por el alcalde menor, por el Concejo Municipal, por la Alcaldía Mayor de la ciudad.

Los programas de la Sociedad de Mejoras y Ornato tienen esa dirección, están concebidos para actuar y alertar y movilizar a la ciudadanía en esos ámbitos. Con las herramientas adecuadas, la ciudadanía puede hacer control del actuar de los funcionarios públicos, puede contribuir a dirigir el programa presupuestal de su sector, puede proponer proyectos y transformar su entorno próximo.

Esa es la labor, no se puede caer en la indiferencia, en la indolencia, en el marasmo. Y la SMOB está para evitar que eso pase. Su herramienta digital, DataCivilidad, que engloba toda la historia del territorio, es para eso. Su metodología de trabajo para proyectos comunitarios, Cátedra Bogotá, es para eso. El centro de cultura que es el Parque Museo El Chicó, y el Ateneo de la Civilidad y su programación, son para eso. Su colección de ensayos sobre la historia bogotana, Construyendo Civilidad, es para eso.

Para desatar una ciudadanía activa, vital e incidente. Que no deje morir nunca el ademán de la civilidad.

(Le puede interesar: Opinión | TransMilenio y su cruzada contra las ventas ambulantes)

CARLOS ROBERTO POMBO URDANETA

Especial para EL TIEMPO