En la localidad de La Candelaria, casi la mitad de los hogares son de una sola persona (48 %), según los resultados preliminares del censo poblacional del
Dane, realizado en el 2018.
Chapinero, con 38 %; Santa Fe, con 36 % y Teusaquillo con 34 % son los otros sectores de Bogotá en donde más hogares unipersonales se encuentran.
“Se concentran en zonas que son más adaptables para recibir personas que comienzan a vivir solas; al estar en el centro, quedan cerca de sitios de trabajo, de ocio y además cuentan con muchos servicios próximos. Por eso se ubican allí”, explica Ernesto Rojas, exdirector del Dane y autor del libro La Bogotá que seremos.
El experto complementa que estos espacios habitados por un solo individuo se caracterizan por tres tipos de pobladores: solteros, separados y viudos.
Daniel Ocampo, realizador audiovisual (31 años), vivió dos años en un pequeño apartamento tipo loft, en la localidad más antigua del Distrito. Es soltero, sin hijos y trabajaba en una universidad ubicada más al norte.
“Es una zona de mucho contraste porque cuenta con una arquitectura tradicional, el componente de la fiesta constante y, a la vez, una mezcla con sectores populares, como el barrio Egipto. Y también hay varias ollas (ventas de alucinógenos)”, resume Ocampo. “Es una buena experiencia, pero si alguien no está acostumbrado a todo eso, le puede costar en cuanto a la calidad de vida”.
El realizador agrega que otro elemento que lo atraía de La Candelaria era el costo de vida, donde no necesitaba más de un millón de pesos para los gastos de vivienda, en contraste con Chapinero, donde estos no se bajaban de 1’300.000 pesos. Al final salió de Bogotá, por asuntos labores en otra ciudad del Eje Cafetero.
“Desde el censo anterior (2005) se nota la segunda transición demográfica, consistente en que en las grandes ciudades y países desarrollados se disminuyen las tasas de natalidad y los matrimonios aplazan el tener un primer hijo; se casan más tarde. Y, como la esperanza de vida se ha aumentado, aparecen más viudos”, complementa Rojas.
Estos comportamientos poblacionales, según el exdirector del Dane, obligan a que el Distrito implemente una política de co-housing o cohabitación (vía plan de ordenamiento territorial), zonas en las que conviven personas solas en espacios privados no mucho mayores de 25 metros cuadrados, pero en la misma edificación tienen puntos comunes con servicios de recreación y atención. En la ciudad ya hay varios ejemplos de estos, pero desarrollados para estudiantes.
En las grandes ciudades y países desarrollados se disminuyen las tasas de natalidad y los matrimonios aplazan el tener un primer hijo
“Entre más hogares unipersonales hay, menor espacio ocupa cada hogar, entre 20 y 30 metros cuadrados máximo. Esto quiere decir que subió la densidad en la ocupación del espacio, pues si antes había unos 120 hogares por hectárea, ahora es posible que algunas zonas lleguen a 220”, reseña Carlos Roberto Pombo, presidente de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá (Smob).
Pombo complementa que esto se relaciona con la disminución en la tasa de natalidad: mientras que en el 2005 había 3,5 personas por hogar, el número bajó a 2,9 en el 2018.
“Es necesario que el POT se ajuste a partir de los datos que ha estado comunicando el Dane, pues desde el 2005 se proyectaba que el Distrito tendría unos 8 millones de habitantes en el 2018; pero los resultados muestran que la cifra apenas llegó a 7’000.019 personas, incluyendo los inmigrantes”, advirtió el vocero de la Smob.
Hugo, un hombre separado de 50 años que también ha vivido solo en La Candelaria por años, compartió: “La soledad te obliga a buscar con quien salir a compartir actividades, como cine o rumba; en cambio, viviendo con alguien o con más gente, puedes armar más planes colectivos”, con lo que refuerza la necesidad de que la ciudad empiece a pensar, desde su POT, en más espacios de encuentro y servicios para los solitarios.
FELIPE MOTOA FRANCO