Inestabilidad en el terreno mantiene en alerta a Quetame y a otros tres municipios

Una semana se completó desde el día en que una creciente súbita de la quebrada Naranjal se llevó casi por completo la vereda que lleva su mismo nombre, en el municipio de Quetame, en Cundinamarca. Esta emergencia cobró la vida de 26 personas, dejó un saldo de tres desaparecidos y afectó a 117 habitantes de la vereda.

Aunque las labores de búsqueda y rescate avanzaron a buena marcha y se pudo iniciar con la instalación de los puentes militares, que de forma momentánea conectarán al departamento del Meta con el centro del país, lo cierto es que el riesgo en la zona de Quetame, Guayabetal, Fosca y Gutiérrez sigue siendo inminente debido al hallazgo de fallas y grietas en el suelo que serían producto de los constantes movimientos de la tierra.

Ante este panorama, el gobernador de Cundinamarca, Nicolás García, señaló que se ha dado la orden de iniciar un censo en esos cuatro municipios del departamento, pues ante la inestabilidad del terreno y los cambios en el clima de la región es posible que se inicie con un proceso de evacuación preventiva para “salvaguardar la vida” de la población.

En adición a ello, García confirmó que se firmaron decretos de traslado presupuestal para liberar 5.600 millones de pesos que se destinarán para mitigar los riesgos, mejorar la infraestructura y recuperar la movilidad entre la zona afectada y el centro del país.

“Seguiremos trabajando durante todas estas semanas con ayudas y todo lo que requiera la comunidad para garantizar su vida y el restablecimiento de las condiciones de los municipios de Quetame, Guayabetal y también de Fosca y Gutiérrez, que se encuentran en emergencia”, señaló el gobernador.

Y es que desde cuando ocurrió la emergencia en Naranjal ya han sido varias las veces que el cuerpo de Bomberos de Cundinamarca ha tenido que suspender las labores de búsqueda y rescate por el riesgo inminente de nuevos deslizamientos y crecientes. El pasado 20 de julio, el gobernador García alertó sobre un nuevo deslizamiento en Quetame.

“Tuvimos un nuevo deslizamiento en Quetame, peligra el municipio. (...) Estamos organizando albergues para evacuar a las familias y garantizar la vida de quienes allí están”, dijo García.

Aunque este segundo evento no cobró más vidas, sí puso en evidencia que el terreno seguía inestable y que era necesario evacuar a toda la población. Aparte de esto, el homólogo de García en el Meta, Juan Guillermo Zuluaga, ya había anunciado días atrás que ocho municipios de su departamento están en calamidad pública decretada y que la emergencia continúa en otros siete.

Ante el panorama incierto que plantea la inestabilidad del terreno y el constante cambio en las precipitaciones de la zona, las autoridades confirmaron la reubicación de las poblaciones en riesgo. Según la información entregada por las autoridades, los damnificados fueron ubicados en un albergue temporal que se construyó en la institución educativa departamental del municipio, donde les fueron entregados también colchonetas, kits de emergencia y kits humanitarios.

Para las familias del Naranjal, que fueron las más afectadas por el brutal golpe del agua, el gobernador explicó que se estaría buscando la posibilidad de adecuar dos lotes para la construcción de viviendas metálicas provisionales. “Queremos que estén listas en mes y medio o dos meses, para eso vamos a tener el apoyo del sector privado”, señaló.

Según García, “de las 118 familias que hay que evacuar, 100 son de Puente Quetame, que es la zona más afectada o de posible mayor riesgo en este momento, porque es donde el río Contador se está represando y donde tenemos mayor preocupación. Ya se evacuaron 46 viviendas”.

Esta tragedia revive la grave crisis que deviene cada vez que un desastre natural entre el departamento de Cundinamarca y el del Meta limita el tránsito de toda clase de vehículos. El intercambio de alimentos, la salida de viajeros, el turismo y muchos otros sectores comenzaron rápidamente a vivir la crisis luego de la emergencia causada por el torrente de agua.

Hay que recordar que, además de las viviendas, la infraestructura vial que conecta a los dos departamentos también sufrió graves daños. Como, por ejemplo, los dos puentes paralelos que conectan, en ambos sentidos, a Bogotá con Villavicencio y vicerversa. Uno de ellos fue arrasado totalmente por el agua y el otro fue impactado en su estructura por el que se cayó.

Ante esta situación, el Ministerio de Transporte, la ANI y el batallón de Ingenieros Militares trabajan en la instalación de dos puentes metálicos de 60 metros tipo Bailey, con los que esperan reabrir el paso “en el menor tiempo posible”. De acuerdo con el gobernador García, esta instalación se demoraría entre dos y tres semanas.

No obstante, Coviandina, la concesión que maneja la vía al Llano, informó que aunque uno de los puentes quedó en pie, una de sus pilas fue impactada por material proveniente del primer puente, por lo que “es necesario que esta infraestructura se mantenga cerrada mientras se concluyen los estudios iniciados y se ejecutan los trabajos de reparación”. Dicha situación podría retrasar la apertura del flujo vehicular entre los dos departamentos.

Por ahora, se espera que al finalizar esta semana se tenga en pie uno de los dos puentes militares con los que se habilitaría el flujo de carros en un sentido y de forma parcial hasta que se den las soluciones de fondo.

REDACCIÓN BOGOTÁ

JONATHAN TORO ROMERO

EL TIEMPO