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Viki Ospina celebra 70 años de vida y 48 de fotoperiodismo

Una de las primeras reporteras gráficas del país expone su obra en la Universidad de los Andes.

Viki Ospina junto a ‘Niño con aro’, una de las fotografías más famosas de su carrera periodística en Bogotá.

Viki Ospina junto a ‘Niño con aro’, una de las fotografías más famosas de su carrera periodística en Bogotá. Foto: Claudia Rubio

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El 11 de mayo de 1972, un policía agarraba a bolillo a un estudiante que protestaba por el bloqueo de Estados Unidos a Vietnam del Norte. Viki Ospina, bajita, delgada y sagaz, obturó. Esa foto, publicada en el diario El Periódico, fue su tiquete de ingreso al fotoperiodismo. Un oficio que, hasta después de la mitad del siglo XX, era exclusivo de los hombres.
“Era extraño ver una mujer fotógrafa. Solo ahora me doy cuenta de lo que hice. Crear nuevos senderos a otras mujeres y tomar fotos que habrían sido impensables para alguien como yo”, cuenta la artista a la entrada de su exposición ‘Viki Ospina: 1970-1990’, exhibida en el edificio Santo Domingo de la Universidad de los Andes y que recopila sus mejores fotografías .
Ella comienza por el final. Camina hasta el fondo de la exposición, mira un gran mural de fotos que montó con negativos que había olvidado en cajas y pone a funcionar un tocadiscos. Suena You’ve Got The Magic Touch de The Platters, y ella regresa a sus 24 años, cuando tomó la foto que la sacó de los eventos sociales y la puso en el fotoperiodismo y en las calles de Bogotá. “You’ve got the magic touch”, tararea. Luego comienza a hablar. Y sí. María Victoria Villalba, más conocida como Viki Ospina, tiene ese toque mágico para contar historias.
Luego de ganarse su lugar en El Periódico, hizo siete fotorreportajes para el diario. Varios en barrios del oriente y el centro de Bogotá, retratando a los campesinos, a los niños y a muchas de las personas que el resto de la capital ignoraba.
“Siempre me ha encantado la gente del pueblo: los anónimos, los que crean cosas”, confiesa mientras piensa en su serie de la plaza de la Concordia. Campesinos y niños le sonríen en blanco y negro.
En 1975 capturó uno de sus trabajos icónicos: La gallada o Los gamines. Esa fue su segunda prueba en el fotoperiodismo. Un rollo con las imágenes de los niños abandonados de Bogotá le aseguró un puesto en la revista Cromos.
“Estaban en la carrera octava con calle 22. Se hicieron ahí para asustarme. Y yo tomé la foto”, cuenta. Lo que empezó como una foto de cuatro pequeños sucios y bromistas terminó en un paseo con ellos por la ciudad hasta la fuente de La Rebeca, donde ellos, ya conectados y divertidos, jugaron en el agua para ella.
Otros niños y adultos de la calle en el parque Nacional, el parque Santander y el teatro Ástor Plaza, además de registros de la vida cotidiana de Bogotá, son parte de su obra, una de las pocas disponibles para consulta abierta en el Archivo de Bogotá.
“Me invitaron al Archivo. Allí me di cuenta de que yo era la única fotógrafa viva de esa época. Sady González había muerto, Jorge Silva, Hernán Díaz y Manuel H ya no estaban. Me pareció importante dejar parte de mi trabajo para consulta del público. Estos son archivos que tienen que ver con la identidad cultural del país”, explica mientras avanza con paso firme.
Por el lente de Ospina pasó el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (Moir), los años de las marchas, de la pasión política. Sus fotos eran convertidas en pinturas impresas en afiches.
También retrató el drama de los cultivos de palma en Cesar y Santander y otros acontecimientos nacionales. Trabajó como fotógrafa en la Presidencia de Alfonso López Michelsen, en Colcultura, en la agencia Reuters y en otros medios de comunicación.
“Me gustaba andar con la grabadora. Preguntando y hablando con la gente se hacen otro tipo de fotos”. Ella es de los periodistas que alcanzaron a tener tarjeta profesional, la suya es la número 1855. Y, mientras en una mano cargaba su cámara, con la otra agarraba a sus hijos Lucas y Galia, fruto de su matrimonio con el actor Sebastián Ospina, cuyo apellido terminó por fijarse en el nombre por el que la conocen todos.
Durante una reunión con la psicóloga del colegio de Lucas un beeper la alertó de que la necesitaban ese 6 de noviembre de 1985. Viki salió corriendo y registró la toma del Palacio de Justicia. De esa tarde de carreras entre la plaza de Bolívar y la carrera séptima con Jiménez, donde quedaba la sede de Reuters, resultaron fotos que le dieron la vuelta al mundo y llevan impreso en sí mismas el daño de la tragedia.
“Los negativos estaban algo deteriorados. No tuvieron el suficiente tiempo de sal fijadora y, además, parecen haber sido susceptibles a la desintegración del ambiente”, explica.
Hace 5 años, Viki dejó el peso de su Canon F1, sus Nikon F2 AS y FM 2 y sus objetivos 85, 100 y 21 mm para andar con la ligereza y la libertad que le permiten su nueva Leica DeLuxe digital y su iPhone.
La llamaron de la Universidad de los Andes, hace 14 años, y allí se quedó dictando Fotografía 1 y Fotodocumental. Enseña a sus estudiantes a revelar rollos, a tomar fotos con cámaras análogas, “a conectar la mente con el corazón. Porque la fotografía no es solo técnica, es emoción”, dice orgullosa de sus muchachos-
En ellos ha visto una fascinación por lo desconocido, pero también un miedo a enfrentarse. Dice que, al principio, muy pocos se atreven a hacer retratos. Después de algunas clases, pierden el temor y logran trabajos excelentes, asegura. 
De la ciudad asegura que fotografiaría una y otra vez el pasaje Hernández: “Todos esos lugares de Bogotá que traducen ciertas épocas me encantan”, apunta, romántica, y agrega: “Estoy enamorada de cómo la luz dibuja las cosas”.
Guarda su Leica en el bolso, para sacarla en el instante en que Bogotá la sorprenda de nuevo. Todo lo guarda en dos discos duros, donde protege la memoria de la ciudad y el país.

La exposición: Viki Ospina, 1970-1990

Hasta el 20 de junio, ‘Viki Ospina: 1970-1990’ estará abierta en la sala de exposiciones del edificio Julio Mario Santodomingo, en la calle 21 n°1-20. Este jueves, a las 4 de la tarde hará un conversatorio y una visita guiada.
La muestra, que tuvo la curaduría de José Ruiz y Carolina Cerón y fue montada por Lina González, incluye fotos de la época de lo que su autora llama “el hippismo” criollo, las manifestaciones de finales del siglo XX, sus series de fotorreportería y algunos de sus retratos a grandes personalidades nacionales.
También incluye trabajos del Carnaval de Barranquilla, su paso por el cine en foto-fija y hasta retratos de su entorno personal: ella misma, sus hijos y sus nietos. Viki incluyó material inédito que no se exhibe desde su primera exposición retrospectiva en 1978. “La fotografía es un arte del presente. Es captar esa imagen que no volverá a suceder nunca”, dice Ospina.
ANA PUENTES
Escuela de Periodismo Multimedia de El Tiempo

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