El colegio del Distrito que se ha convertido en el dolor de cabeza de padres y estudiantes en Usaquén

Hace años que el colegio público Divino Maestro, de la localidad de Usaquén, se ha convertido en un foco de denuncias por parte de padres de familia, estudiantes y profesores que se quejan de las difíciles condiciones de infraestructura que tiene la sede C de la institución.

Como si fuera poco, los denunciantes advierten que además la zona está rodeada de bodegas de reciclaje y lugares donde el consumo de estupefacientes se hace a plena luz del día sin que nadie pueda intervenir. A pesar de que han elevado sus preocupaciones antes las entidades distritales, dicen que no han obtenido una solución para proteger la integridad de los niños que allí estudian. 

En una tarde soleada de Bogotá, los niños bajaban a sus clases desde los barrios más altos de la loma del barrio San Cristóbal norte, en el nororiente de la ciudad. Tenían el control absoluto del empinado descenso que los llevaba a toparse con la carrera séptima. Allí, esperaban a sus padres para cruzar la vía y llegar a la jornada de 12:30 p. m. en el colegio Divino Maestro.

Unas casas más abajo de la carrera 7.ª, a mano derecha, se encuentra la institución educativa de fachada blanca. Una maya metálica de dos metros y medio de alto rodea el predio, y a la izquierda, en la calle están parqueadas varias carretas con bultos de botellas, metales y otros residuos que descargaban varios hombres con camisas holgadas y pantalones sucios en las bodegas de reciclaje que abundan al rededor del sector.

En Bogotá asisten 18.180 niñas y niños a 363 jardines infantiles diurnos y nocturnos. El colegio Divino Maestro hace parte de la red de colegios distritales. Está en la carrera 8 con calle 163b, en Usaquén, y atiende a niños de preescolar, primaria y secundaria. El plantel cuenta con tres sedes y tiene unos 2.200 estudiantes.

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Lo primero que impacta es la vía de . El carril no mide más de tres pasos anchos, y los huecos casi rozan la parte baja del vehículo. Cuando llueve, de hecho, se vuelve imposible, pues debido al estado de la calle el agua se estanca como si fuesen pequeñas represas.

En la pared, una placa que resalta “esta obra se inauguró siendo presidente el Dr. Misael Pastrana Borrero, abril 29 – 1973".

Desde afuera se ve la fachada del colegio. Tres bloques grandes donde se encuentran los salones y el antiguo comedor que, además de ser una bodega, está ocupado por niños que asisten a clase.

Las paredes son blancas y algo deterioradas, algunos muros están cubiertos apenas de cemento, no tienen estuco ni pintura, como donde se ubican los tanques de agua. En toda la mitad hay un parque infantil que tiene los columpios colgados sobre el palo que los sostiene para que “los niños no se peguen cuando salgan” y las bases cubiertas por cogollos de pasto, como indica una profesora de la sede.

En la parte de atrás del bloque, donde está ubicado el antiguo comedor y la cocina, se encuentra otro parque infantil que está inhabilitado porque está dañado. Hay un tobogán que está roto en la parte más baja y que fue demarcado con una cinta amarilla que dice "no pase".

Ante esta situación, Yazmin Castellanos, representante de padres ante el consejo directivo del colegio, denunció la vulnerabilidad de los niños al estar en frente de esa zona. “Por esa calle, en frente de las bodegas de reciclaje, se puede ver cómo las personas consumen droga todos los días, además hay perros peligrosos, lo que resulta un peligro inminente para los niños”.

Castellanos, al igual que el presidente del comité, Jhon Fajardo, comentaron que reiteradamente le han comunicado a la policía de la localidad esa situación, pero no han logrado una solución. Además, exigen cámaras de video para velar por la seguridad de los menores.

En el mes de julio del 2023 se inició la intervención para construir un espacio para la zona istrativa del colegio. En la modificación se pasó la oficina de coordinación a la sala de tecnología.

Por la intervención de estas áreas, se guardaron en el comedor cajas, sillas y pupitres y este se inhabilitó mientras se realiza la obra. Entonces, los niños comían en las mismas aulas donde recibían las clases. 

"La obra llevaba casi 8 meses y nada que la entregan, y que como el comedor lo cogieron para guardar las cosas de la obra los niños están recibiendo su almuerzo en el salón de clases”, dijo la representante.

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No se pudo tener a la obra. Lo más cercano fue cuando entró una camioneta de platón con dos canaletas metálicas para el agua amarradas en su techo. “Esto va para la obra, es lo último que falta”, indica el conductor mientras bajaba el material de construcción.

El subsecretario de y Permanencia de la Secretaría de Educación de Bogotá, Abel Matiz, aseguró que “las obras se prorrogaron porque hubo descubrimientos en las estructuras durante la construcción”, y añadió que “la intervención se hizo en dos etapas”.

Además, indica que las obras ya se entregaron y hacen falta dos novedades, pero la adecuación de los espacios ya depende de los tiempos estimados internamente en el colegio. EL TIEMPO intentó comunicarse con el rector del colegio para conocer la situación, pero hasta el momento no se ha recibido respuesta. La obra, efectivamente, tuvo una prórroga en diciembre, y hasta hace una semana fue entregada y se hace uso de ella.

Los problemas de este colegio no son cosa de este año. En la noche del 17 de febrero del 2023, estudiantes saltaron las barreras e ingresaron a las instalaciones de las otras tres sedes y proclamaron la toma pacífica y exigieron que se retirara del cargo al rector Jorge Enrique Carvajal Brito.

Los jóvenes que se tomaron el colegio, quienes tenían entre 15 y 17 años, juntaron las sillas y pupitres para bloquear la puerta principal de la sede de preescolar. En la noche, instalaron en los salones carpas equipadas con cobijas y almohadas que les proporcionaban sus padres y amigos para pasar el mes hasta que se diera el fin de la toma y se cumpliera con la salida del rector.

Las causas por las que se inició la toma y otras manifestaciones fueron porque, según los estudiantes y algunos padres de familia, la rectoría estaba tomando decisiones arbitrarias, como la entrega de al menos nueve docentes, el hacinamiento en los salones con 45 y 60 estudiantes, la reducción de matrículas, los daños en la infraestructura y la presunta intención de unificar la jornada. Los manifestantes presentaron un pliego de 21 peticiones.

En el año 2023 el rector se pronunció en un comunicado e indicó que la entrega de los docentes fue por decisiones istrativas y que nunca se contemplaba unificar la jornada.

Respecto al hacinamiento no se refirió, pero si sobre los daños a la infraestructura. Dijo que ya había presentado los respectivos reportes. Además, aseguró que el colegio estaba en las condiciones para entregar un buen servicio de educación a sus estudiantes.

La situación generó un caos dentro de la institución. Jhon Fajardo, presidente del comité directivo de la institución, denunció que lo amenazaron. "Me acosaron por no estar de acuerdo. El sindicato fue el que les dio los elementos de sonido y otros materiales para que pudieran continuar con la toma”. Fajardo denunció penalmente al sindicato de profesores.

La Secretaría de Educación, la Veeduría Distrital y otras entidades establecieron una mesa de diálogo para llegar a un acuerdo y darle fin al conflicto, incluso, se habló hasta con el sindicato de profesores.

Sin embargo, y pese a que la toma cesó tras un mes de bloqueos y los estudiantes regresaron a clase, al día de hoy no hay evidencias ni registros sobre las visitas y controles que las entidades se habían comprometido a realizar.

Finalmente, la comunidad le exige al Distrito tomar las medidas adecuadas para garantizar una educación de alta calidad y entregar las mejores condiciones al colegio del Divino Maestro teniendo en cuenta las problemáticas de consumo que se dan en su entorno.

Además, exigen poner la lupa sobre los casos de acoso, bullying y de consumo de drogas que se han identificado dentro del colegio para que no pasen desapercibidos y se traten a tiempo y de manera preventiva.

DIEGO SALINAS

ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA

EL TIEMPO

REDACCIÓN BOGOTÁ