Pocas veces somos conscientes de los sonidos que generan el tráfico vehicular y los conductores impacientes, el perifoneo de las ventas ambulantes, las máquinas de construcción en obras públicas y privadas, la circulación del transporte público, los bares y hasta las fiestas residenciales, en particular los fines de semana, cuando se exceden los niveles de ruido.
No en vano, la mayoría de las llamadas que recibe la línea 123 son para atender quejas relacionas con el exceso de ruido en la ciudad.
Pero Bogotá es una ciudad cada vez más ruidosa, un problema que sufre la mayoría de grandes urbes en el mundo. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha realizado diferentes estudios en los cuales se demuestra la relación entre el exceso de ruido y los problemas de estrés, ansiedad, trastornos del sueño y hasta enfermedades cardiovasculares, pues un entorno ruidoso aumenta la presión arterial y el riesgo de ataques cardíacos.
Un artículo publicado este fin de semana en este diario denotaba cómo los problemas de ruido están afectando a los residentes de La Candelaria, una realidad que también se observa en otras zonas de la ciudad, sobre todo aquellas cercanas a los sitios de rumba y entretenimiento, donde fácilmente se superan los 80 decibelios.
Finalizando el 2024, el Congreso de la República sancionó la ley para controlar el exceso de ruido, que llega en un momento adecuado y les da más herramientas a las autoridades para ejercer el control y sancionar a aquellos que sobrepasen los límites permitidos.
En el caso de zonas residenciales, los niveles de ruido no deben superar los 55 decibelios (dB) durante el día y los 45 en la noche, y en zonas comerciales, los 70 y 60 (dB), respectivamente.
Ahora: que exista un marco legal y normativo no va a resolver el problema, pues, entre otras cuestiones, obliga también a que las autoridades tengan los instrumentos para medir el ruido, y no está claro si la compra de estos elementos es una responsabilidad de la Policía o de las autoridades ambientales.
Lograr entornos sonoros saludables debe ser un esfuerzo conjunto entre autoridades, empresas y ciudadanos, sobre todo de nosotros los ciudadanos, pues el exceso de ruido es más un asunto de convivencia ciudadana y malos comportamientos.
Ahora bien, la istración distrital también debe mejorar las campañas alrededor de este tema y focalizar sus acciones en las localidades con más problemas de ruido: Antonio Nariño, Usme, La Candelaria, Puente Aranda, Engativá y Kennedy. No obstante, en el Plan de Desarrollo no es muy claro cuáles son las apuestas de política pública para combatir el exceso de ruido en la ciudad.
No podemos seguir aceptando el ruido como un costo inevitable la vida urbana. Debemos entender que es un tema de salud pública que afecta nuestra calidad de vida.