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Sin trabajo y señalado quedó conductor de bus vandalizado en protestas
Le terminaron el contrato y teme por la estabilidad de su familia. Pide hablar con la alcaldesa.
Caos, gritos, fuego, dolor, vidrios rotos y muerte. Esos son los recuerdos de Juan Armando González, un hombre de 42 años que vivió la pesadilla de una de las jornadas más violentas en Bogotá, el día en cuando vándalos arremetieron contra varios CAI de la Policía.
Cuenta que ingresó a la Organización Suma, que presta sus servicios al SITP, en agosto del 2018. Dice que se retiró un año después, pero que luego le dieron reintegro el 4 de diciembre de 2019. “Pero tras los hechos de vandalismo solo pude trabajar hasta el 30 de septiembre de este año”, dice recordando el día en que el bus que manejaba fue secuestrado por extraños que terminaron por asesinar a una mujer.
Ese 10 de septiembre, cuenta que a las 9 de la noche se dirigía en ruta 266, como la denominan, cuando a la altura de la avenida Ciudad de Cali con calle 139 pretendía dejar pasajeros en un paradero de la zona. “De un momento a otro observé a muchas personas en son de manifestación. Entonces avancé y les dije a los s que en ese lugar no les podía abrir la puerta”.
Luego inició la marcha de nuevo. En cuestión de segundos observó a una turba apoderándose del bus. “Me impactaron el panorámico izquierdo. Ahí me agaché, me cubrí con el volante y luego solo pude escuchar cómo rompían vidrios, groserías, mientras los s solo rogaban angustiados que los dejaran bajar. Pero a los vándalos no les importaba y seguían rompiendo el bus”.
Quedó totalmente destruido y en ese momento el hombre es obligado a abrir las puertas. “Los tipos nos quitaron todas nuestras pertenencias. Luego me sacaron de la cabina a empujones y puños sin importar que yo soy una persona en condición de discapacidad”. Juan Armando nació con una cojera en sus piernas, pero nada de esto le ha impedido trabajar y tener una vida normal.
Me impactaron el panorámico izquierdo. Ahí me agaché, me cubrí con el volante y luego solo pude escuchar cómo rompían vidrios, groserías, mientras los s rogaban que los dejaran bajar
Así quedó el bus que terminó por matar a una mujer en la localidad de Suba. Foto:Archivo particular
Hay otro pasajero en silla de ruedas. A los dos los bajan a empujones por la puerta de la mitad no sin antes robar todas y cada una de sus pertenencias. “Había otra señora, no sé si salió viva o muerta”.
Amenazado por los vándalos, este hombre avanza hacia el sur caminando hasta que ve un conjunto residencial y se refugia allí. “Le dije al guarda de seguridad que si me dejaba esperar ahí mientras todo pasaba y cuando ya todo se calmó un poco me devolví a la esquina y me di cuenta de que el bus ya no estaba en el lugar en donde lo dejé”.
Luego le preguntó a un policía y este le dijo que estaba a la vuelta de la esquina estrellado contra una pared de una casa. “Voy y miro. Estaba completamente vandalizado y había un poco de gente en la parte trasera del vehículo. Luego vi que llegó una ambulancia, sacaron una camilla y que se llevaron un cuerpo. Luego llegó criminalística y fueron los que contaron que una mujer había fallecido. Eso para mí fue terrible”.
Pero el drama no ha terminado para este hombre, le terminaron el contrato sin explicación alguna, hoy no cuenta con ningún ingreso. “Mi familia y yo estamos afectados psicológica, económica y socialmente. A mí, gracias a Dios, nunca me había pasado esto. Así que el impacto fue duro”.
Mi familia y yo estamos afectados psicológica, económica y socialmente. A mí, gracias a Dios, nunca me había pasado esto, Así que el impacto fue duro
Hoy solo pide una cita con la acaldesa de Bogotá, Claudia López. “Están cometiendo una injusticia conmigo. Yo no fui culpable de lo que pasó, sino una víctima más. No es justo que me haya quedado sin trabajo”.