Los impactos de quitarle tierra a reserva natural clave para Bogotá

La CAR Cundinamarca tomó esta semana una decisión que escandaliza a muchos  ambientalistas, pero que para la Alcaldía de Bogotá y la misma corporación ambiental es necesaria.

"La sustracción de tres sectores de la reserva natural Thomas van der Hammen, a fin de permitir que, luego de cumplir con el trámite de una exigente licencia ambiental, se pueda construir la extensión de la avenida Boyacá, entre las calles 183 y 235, con lo que se le estará dando solución a los problemas de conectividad del borde noroccidental de la ciudad y, de paso, a los vertimientos, usos  diferentes del suelo y recuperación totalmente del ecosistema".

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La secretaria de Hábitat, Nadya Rangel, la funcionaria que representa al Distrito en el plan zonal Lagos de Torca y la encargada de garantizar que las inversiones y obras se realicen, habló con EL TIEMPO de los impactos y beneficios que tiene la decisión de la autoridad ambiental en la Sabana. No obstante, la funcionaria considera que la recuperación de la reserva natural tomará al menos 20 años.

La decisión del consejo directivo de la CAR tiene varios efectos: el primero y más evidente es el de movilidad. Va a permitir descongestionar el borde noroccidental. La 170 es la última vía de gran perfil al occidente, ahí se queda atascado todo el borde.

Por eso se requieren, y lo mantuvimos en el Plan de Ordenamiento Territorial, la avenida Suba-Cota y la avenida Boyacá, y levantamos la ALO norte, para evitar la fragmentación de los humedales del norte y la fragmentación aún más de la reserva, y de la avenida Ciudad de Cali, que era otra que entraba a la reserva.

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La avenida Boyacá es indispensable y el valor en materia de movilidad y de descongestión del borde norte es indiscutible, lo mismo para poder contar con un corredor que atraviese, en el borde occidental, de sur a norte la ciudad. La Boyacá nace en Usme y ya está en Suba, en la 170, pero la idea es que se prolongue hasta la 235 o avenida Guaymaral. Tenemos también una apuesta por la descontaminación del río Bogotá.

En el marco de esta apuesta lograr la construcción del alcantarillado sanitario de esa zona, que no existe, va a aportar a la descontaminación del río. Los vallados y las cuencas hídricas en ese corredor reciben todas las aguas residuales.

Y, por último, la decisión de la CAR habilita el plan zonal Lagos de Torca, que existe desde el 2000 en la planeación de la ciudad. Lo mantuvimos porque es el último gran suelo que queda para hacer la expansión urbana y lo consolidamos para, adicionalmente, garantizar la conservación en la UPR norte y decidimos respetar y garantizar la vocación agrológica de los suelos rurales de esa zona.

El plan zonal Lagos de Torca tiene unas obligaciones que se llaman cargas generales en la legalidad, esas cargas son unas obras que debe desarrollar el constructor para poder construir vivienda. ¿Cuáles son esas obligaciones? La más importante en materia ambiental es la recuperación del humedal Torca-Guaymaral, que tiene plan de manejo ambiental aprobado, una modificación que se aprobó este año y ya el fideicomiso va a iniciar los estudios y diseños para garantizar esta reconformación, que va a mejorar la conectividad hidrológica y la conectividad ecológica sobre este corredor que se encuentra fragmentado por la autopista Norte, que se construyó sobre el humedal.

En el marco de la concesión de s Norte, la alcaldesa Claudia López le pidió a la Agencia Nacional de Infraestructura que hiciera el levantamiento para mejorar la conexión hidrológica del humedal Torca-Guaymaral. Al generar una especie de puente, se van a mejorar los flujos hídricos y de la fauna y ecológicos de la zona.

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Adicionalmente, el fideicomiso debe hacer la recuperación y la reconformación de nueve quebradas, que son muy importantes, porque son las aguas que van a llegar no solo al humedal sino que van a drenar sobre el río Bogotá y varias de ellas vienen de los cerros orientales. La idea es recuperarlas para mejorar las funciones ecosistémicas de la zona.

Y, por último, la sustracción en sí misma contempla unas medidas de compensación. ¿Cuáles son esas medidas? Por cada hectárea sustraída se deben entregar tres, no solamente entregadas en adquisición y entrega al Distrito, sino restauradas y realizar el mantenimiento durante al menos tres años.

Eso quiere decir que se sustraen 20 hectáreas, pero nos entregan 62,49 restauradas, para garantizar seguir consolidando la reserva Thomas van der Hammen, tarea que venimos haciendo.

Sin duda alguna, toda obra va a generar impactos y por eso requiere permiso de la autoridad ambiental. La idea es que la sustracción y el trámite que sigue, que es la expedición de la licencia ambiental, mitiguen los impactos que pueda tener el desarrollo de la avenida Boyacá, en materia de garantizar el mejor diseño posible, con el levantamiento y la construcción de pasos de fauna y de agua, que permita que no se pierda la conectividad ecológica de las quebradas que vienen desde el oriente y que van llegando al río Bogotá.

Y, adicionalmente, para que nuestra fauna, animales y bifauna puedan cruzar por los distintos pasos que se van a construir como parte de la mitigación de la obra de la Boyacá. El compromiso de la alcaldesa es que tenga los mejores estándares ambientales en su diseño.

La idea es que se vaya avanzando de manera progresiva en el cumplimiento de lo que establece el plan del manejo de la reserva, y como esto es un proceso de muy largo aliento, porque son 1.395 las hectáreas que hacen parte del suelo de la reserva Thomas van der Hammen, vamos a ir de a poco conquistando, mejorando, recuperando los distintos suelos. Esto es un proceso de unos 20 años y requiere constancia e inversión pública y acuerdos con los privados.

La Boyacá es financiada con los recursos que se recogen en el fideicomiso, producto de permitirles a los desarrolladores construir en altura, es decir, en más de dos o tres pisos. Ellos realizan distintas obras. A parte de las ambientales y la Boyacá, también están las vías Polo Occidental, Polo Oriental, Santa Bárbara y Guaymaral.

Y, por el otro lado, toda la red de infraestructura de acueducto, alcantarillado y alcantarillado pluvial, para poder hacer el manejo de aguas lluvias, porque todo ese borde se inunda con mucha frecuencia y darle una solución en materia sanitaria a esa zona que tiene bastantes vertimientos a los drenajes, vallados y quebradas.

La Suba-Cota se encuentra en un proceso interno en el Instituto de Desarrollo Urbano y es el desarrollo del estudio de impacto ambiental. La idea es que en el segundo semestre de este año se presente todo el trámite que ha surtido la avenida Boyacá, pero que también se surta para la avenida Suba-Cota. La alcaldesa se comprometió y ha sido parte en las necesidades identificadas en el POT, incluso en el plan de desarrollo y desde su campaña, la Suba-Cota, como un corredor de conexión regional hacia el occidente del departamento de Cundinamarca.

Sí, mejorar el perfil vial y garantizar más carriles porque el embotellamiento de la Suba-Cota en distintos momentos y en horas pico es bastante importante.

Hay distintas actividades y usos, y lo que debería existir, como bosque, árboles y mejora de la cobertura, no existe. Desde que la corporación adoptó el plan de manejo ambiental de la reserva, el gobierno distrital tomó la decisión de que sean una prioridad la restauración y los acuerdos de conservación.

La Secretaría de Ambiente viene adelantando con el Jardín Botánico los acuerdos de conservación con los propietarios de esos predios y ya llevamos 73 hectáreas en acuerdos, y hemos reforestado más de 53.000 árboles.

Esto muestra de manera muy contundente la voluntad que tenemos desde el Gobierno de garantizar no solamente que la reserva tenga un plan de manejo, sino también hacer realidad ese plan de manejo y de consolidar ahí una reserva.

GUILLERMO REINOSO RODRÍGUEZ

Editor de Bogotá

En Twitter: @guirei24