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Red de tráfico de personas en El Dorado recibía dinero desde, al menos, diez países
Investigativa de la Dijín y la Fiscalía General logró desmantelar una criminal red multimillonaria.
Una serie de videos de cámara de seguridad del aeropuerto fueron pieza clave para revelar la identidad de una red de tráfico de personas que operaba dentro del terminal aéreo. EL TIEMPO habló con el investigador del caso, quien señaló que la cabeza de esa estructura criminal llevaba delinquiendo, al menos, siete años bajo la misma modalidad.
Jan Pieter de Vrijer Molina era el cabecilla del grupo delincuencial y quien coordinaba la logística, transporte, alojamiento, alimentación, gestión de visas y documentos de identificación. Todo de forma ilícita y no solo en Bogotá, sino que las redes de su negocio de tráfico de migrantes se extendió por Medellín, Cali, Montería, Necoclí, Santa Fe de Antioquia e Ipiales. Este hombre tenía en su récord criminal dos aprehensiones con fines de captura en Dallas y Atlanta, Estados Unidos.
El modus operandi se asemejabaal usado por los coyotes en la frontera de México con Estados Unidos. Jan Pieter dirigía y empleaba a captadores, conductores y proveedores de servicios generales, quienes participaban de la operación cumpliendo diferentes funciones, por ejemplo, como los infiltrados de una supuesta empresa de aseo que opera en el Dorado.
Sin embargo, dicho contratista era una fachada de una empresa que nunca tuvo vínculo alguno con el aeropuerto.
Estos tres hombres eran los encargados de sacar de la zona internacional a los migrantes irregulares mediante canecas de basura para luego depositarlos en camiones que los distribuían en los hospedajes seleccionados por la empresa criminal.
Los clientes habituales de la red de tráfico de personas eran los ciudadanos extranjeros que llegaban a Bogotá y que eran initidos en el aeropuerto.
En ese punto los migrantes tenían dos opciones: pasar los filtros y quedarse en medio de la entrevista con las autoridades o bajar del avión y desviar a donde los estaban esperando los coyotes con las cestas de basura listas para sacarlos de la zona restringida del terminal aéreo y llevarlos a donde los esperaba un segundo o quien los embarcaría con destino al Urabá para salir hacía Estados Unidos.
El sistema TransMilenio llega hasta el aeropuerto a través de buses, pero no cuenta con infraestructura como carril exclusivo y estaciones o portal. Foto:Néstor Gómez
En el camino les proveían cédulas falsas y pases de conducción con los que podían evadir los controles de las autoridades.
En el aeropuerto había dos formas de operar. La primera, ar a los familiares de la persona que llegaba a Colombia y que no pasaba de Migración para ofrecerle la opción de sacarlo del aeropuerto sin tener que pasar por ahí. Esto se hacía mediante la única llamada a un familiar a la que tienen derecho los candidatos a deportación.
Y la otra forma, era mediante el grupo de infiltrados que trabajaban en la empresa de aseo que retenían al migrante antes de pasar por Migración y lo sacaban en las canecas de basura.
Pero detrás del movimiento irregular de personas en el Dorado, había una red de otros migrantes que pagaban por los envíos de sus amigos y familiares desde otros países, como Austria, Alemania, Sharjah en Emiratos Árabes, Nairobi, en Kenia, y desde Juba, en Sudan del Sur.
También fueron evidenciados envíos de dinero desde Perú, Bolivia, Ecuador, México y desde las ciudades de Alejandría, San Diego, Dallas, Miami, Houston, Tampa y Austin en Estados Unidos, además de Montana en Canadá. En tan solo tres meses la red criminal logró recaudar ganancias por 380 millones de pesos.
Durante la operación se llevaron a cabo varios allanamientos en los que fue posible incautar 19 pasaportes, 11 teléfonos celulares, más de 71 millones de pesos en efectivo, 150 dólares canadienses, más de 29.000 euros y una residencia en la ciudad de Bogotá que fue adaptada como hotel de paso y en la que se hallaron ocho cubanos indocumentados.
Además de esto, fueron incautados otros tres hoteles usados para esconder a los migrantes, diez carros donde los movían y 16 inmuebles más avaluados en cerca de 2.400 millones de pesos.