El árbol de Navidad, que podría tener un origen pagano, fue adoptado por el cristianismo para rendir culto a los árboles sagrados. Jeremías, profeta, señala que “las costumbres de los pueblos son vanidad” para criticar el acto de adorar “objetos sin valor” propio del paganismo, pero los estudios históricos reivindican la costumbre ancestral desde tiempos babilónicos, de adornar un árbol y dejar regalos debajo.
Tertuliano, cristiano que vivió entre los siglos II y III d. C., fue un gran crítico de la práctica de colgar laureles en las puertas y encender luminarias en las calles, como lo hacían los romanos en las fiestas saturnales; pero fueron los celtas los que decoraron los árboles con frutas y velas durante los solsticios de invierno. Era una manera de animar al árbol para asegurar el regreso del sol y de la vegetación.
No hay debate acerca de que, desde siempre, el árbol ha sido símbolo de la fertilidad y de la regeneración.
8. Árbol de Navidad de Taipei - en Taipei, Taiwán: aunque en Taiwán la Navidad no es un día festivo público reconocido, allí se ubica el árbol que, según la plataforma que preparó el listado, "es la pieza central que transforma el área en lo que se conoce como 'Christmasland', un patio de juegos navideño completo". Foto:iStockphoto
Lo que terminó ocurriendo fue que, a la manera como lo ha venido haciendo el papa Francisco, el cristianismo fue mejorando su correlación con el sentido de la historia y ante la imposibilidad de erradicar algunas costumbres paganas, optó por adoptarlas y transformarlas.
Nos habla la leyenda de un roble consagrado a Thor, dios del trueno, en la región de Hesse en Alemania. Cada año, en el solsticio de invierno, se le ofrecía un sacrificio. Bonifacio, misionero, taló el árbol ante los habitantes de la villa sorprendidos y, tras leer el evangelio, les ofreció un abeto, árbol de paz que representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes y su copa señala el cielo.
A partir de entonces se talaron abetos durante la Navidad y se guindaron velas centelleantes de sus ramas. Son dos las ciudades bálticas que disputan el mérito de haber erigido en sus plazas centrales el árbol navideño: Tallin, en Estonia, y Riga, en Letonia, hace más de cinco siglos.
Turquía, otra explicación para el árbol de Navidad
La fiesta vacacional de las noches más largas fue celebrada por los turcos en el solsticio de invierno también. La arqueóloga turca Muazzez Ilmiye Cig ofrece una nueva voz en el prolongado debate. Según su calificada opinión, los turcos de Asia central habrían inventado el árbol de Navidad. Sus orígenes no estarían en el mito nórdico ni en el paganismo de las islas británicas, sino en la tradición turca del árbol de los deseos.
Los europeos habrían adoptado un rito derivado de la antigua costumbre turca según la cual las personas colocan cosas bajo un pino blanco como ofrenda a Dios, en agradecimiento a sus beneficios durante el año.
Cig sostiene que la costumbre surgió en Asia central (año 325 de nuestra era). Aceptó esta festividad como símbolo del nacimiento de Jesús, el 24 de diciembre, aún con reservas. Así, la costumbre habría comenzado a integrarse en la cultura del cristianismo.
Las tesis de Cig han recibido críticas de otros investigadores y se las señala como un intento de mostrar más que proporcionalmente la influencia turca en la cultura occidental.
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