Valencia, España se ha convertido en el escenario de una historia de comunicación entre especies. Plombir y Miranda, dos belugas rescatadas de la guerra en Ucrania, no solo han logrado sobrevivir al conflicto, sino que están aprendiendo a convivir, y a comunicarse, con sus nuevas compañeras del Oceanogràfic de Valencia.
La increíble de este proceso de las dos belugas ha sido el idioma y la sorprendente capacidad de adaptación del lenguaje animal.
Según informó RTVE.es el 23 de agosto de 2024, las dos belugas fueron trasladadas desde el delfinario NEMO, en la ciudad ucraniana de Járkov, donde las bombas caían a apenas un kilómetro de distancia.
La situación obligó a sus cuidadores a coordinar con el Oceanográfic de Valencia, el Georgia Aquarium y SeaWorld una arriesgada operación de rescate entre el 16 y el 18 de junio de 2024.
En palabras de Daniel García, director de Operaciones Zoológicas del Oceanogràfic, "cuando estaban en Ucrania vivían con una familia de delfines. A su llegada lo que entendemos es que se comunicaban con el lenguaje de los delfines".
Submarinista con una ballena beluga en un parque acuático en China. Foto:DIEGO AZUBEL/efe
Descubrimiento inédito
Las belugas no emitían los chasquidos típicos de su especie, sino silbidos y frecuencias más propias de los delfines mulares. Este fenómeno, aunque inusual, evidenciaba una extraordinaria plasticidad del lenguaje.
Como explicó a National Geographic España Robert Gojceta, conservador de mamíferos marinos del Oceanogràfic, “los silbidos y chirridos de las belugas ucranianas tenían tonos y frecuencias similares a los delfines con los que convivían”.
Para facilitar su adaptación, Plombir y Miranda fueron alojadas inicialmente en un espacio separado dentro del hábitat ártico del Oceanogràfic, donde ya vivían Kylu y Yulka, dos belugas nacidas en Valencia.
Durante semanas, los cuidadores ucranianos permanecieron en las instalaciones para asegurar una transición lo menos traumática posible. El proceso fue distinto para cada una: mientras Plombir se adaptó con rapidez, Miranda mostró reticencia a interactuar, según recuerda Andrea Ortola, cuidadora del centro.
Ahora, casi un año después, los resultados se empiezan a ver. De acuerdo con National Geographic España, se ha observado que Plombir y Miranda ya emiten sonidos naturales de beluga, mientras que Kylu y Yulka también han adoptado ciertos chirridos propios del lenguaje delfínico. En otras palabras, han construido un idioma común.
El lenguaje
Las belugas, como muchos cetáceos, poseen una compleja red de comunicación basada en sonidos y gestos corporales. Cada familia de belugas comparte un "apellido sonoro", un identificador único que les permite reconocerse en la vastedad del océano.
Además, utilizan su prominencia frontal, el llamado melón, para modular los sonidos de la ecolocalización.
La experiencia valenciana no solo representa un logro en conservación y bienestar animal, sino que abre una ventana fascinante al estudio de los lenguajes animales.
El equipo internacional de investigadores que sigue a Plombir y Miranda espera analizar más grabaciones y desentrañar cómo estos mamíferos marinos logran “traducir” entre especies.
ÁNGELA MARÍA PÁEZ RODRÍGUEZ - ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO.
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