Como lo dispone la legislación vigente, este domingo será el último día en el que los aspirantes a la Casa de Nariño saldrán a la plaza pública. Es la jornada de los eventos de cierre de campaña que marcan el final de semanas de discursos, concentraciones y correrías por el país. También, a partir de hoy, la ley prohíbe la divulgación de encuestas. Dos normas que señalan, como cada cuatro años, el comienzo de la recta final de la contienda electoral. El proselitismo, para esta primera vuelta, se trasladará exclusivamente a espacios cerrados y virtuales, además de los medios masivos, como es el caso del ya tradicional debate que esta casa editorial tiene previsto para este lunes, en asocio con ‘Semana’.
No hace falta ser un observador muy agudo para percibir los vientos cruzados que han sacudido estas justas. Es evidente la ansiedad que marca un contexto que combina alentadoras cifras de crecimiento económico con la dosis de incertidumbre inevitable, resultado, entre otros, de no haber pasado aún del todo la página del covid-19, la guerra en Ucrania y su impacto en la economía global, el aumento de la inflación y, con ella, del costo de vida para millones de hogares, además de la compleja situación de orden público que se vive en algunas zonas del país. Así quedó claro luego del llamado paro armado de hace unos días. Una realidad compleja que confirmó el jueves el informe de la Defensoría del Pueblo que habla de riesgo extremo en 84 municipios, en un contexto de 521 que están expuestos a “vulneración de derechos”. La Misión de Observación Electoral ha identificado, por su parte, 319 municipios en riesgo por factores de violencia.
Es necesario también recordar el inmenso reto que hoy recae sobre la Organización Electoral (Registraduría y Consejo Nacional Electoral) como responsables de que la cita en las urnas se desarrolle de manera impecable, sin que haya lugar a cuestionamientos. Si algo tuvo que haber dejado la jornada del pasado 13 de marzo, con sus evidentes tropiezos, es un conjunto de enseñanzas que, sí o sí, tendrán que implementarse el próximo 29 de mayo para así poder aplaudir el lunes 30 a la Registraduría por la confianza que haya generado su actuar eficaz, producto de haber enmendado la plana, como todo el país espera.
A lo anterior hay que sumar serias denuncias de diversa índole, con los candidatos como blanco. El martes pasado, Federico Gutiérrez denunció el hallazgo de un dispositivo electrónico en su sede de Medellín con el que se estaría monitoreando lo que allí ocurre, además de amenazas contra su integridad. Así mismo, es bien recordada la cancelación de la gira por el Eje Cafetero de Gustavo Petro luego de que su campaña denunció la existencia de un plan criminal para acabar con su vida, hecho que se sumó a otra serie de intimidaciones de las que ha sido objeto. Y es que basta una asomada a las redes sociales para constatar el ambiente de infernal pugnacidad que marca la discusión, contrapunteo de señalamientos e insultos en el que con frecuencia participan altos cuadros de las campañas. El lenguaje y el tono que han utilizado los mismos candidatos –y aquí es difícil hacer excepciones– en controversias que han mantenido en este mismo escenario dista mucho del que se espera de quienes quieren tomar las riendas de un país que pide a gritos serenidad, sensatez, respeto por las ideas ajenas más allá de que no se comulgue con ellas y, sobre todo, cordura.
Urge hacer un último llamado a los candidatos para que el cierre de la campaña se aleje de lo que la ha empañado y se encamine por la senda de la confrontación de ideas y las propuestas
Han sido noticia, igualmente, en los últimos días mensajes que las directivas de algunas empresas han enviado, también personas individuales, a propósito de la decisión que deberán tomar sus trabajadores el próximo domingo. Estos llamados han generado polémica y deben servir para recordar que aunque en nuestro sistema de libertades es legítimo y válido que personas con esas responsabilidades puedan expresar públicamente sus inclinaciones políticas, hay que respetar el límite jurídico que garantiza que los ciudadanos acudan a las urnas en un marco de total autonomía, libres de cualquier tipo de constreñimiento. Esto en consonancia con el artículo 258 de la carta política, que fija la obligación del Estado para garantizar que el derecho al voto se “ejerza sin ningún tipo de coacción y en forma secreta por los ciudadanos”.
En este marco, urge hacer un último llamado a los candidatos para que el cierre de la campaña se aleje de lo que la ha empañado –la a veces insoportable pugnacidad– y se encamine por la senda de la confrontación de ideas y las propuestas. No debería hacer falta recordarlo, pero es claro que son varias las áreas sobre las que todavía no se sabe lo suficiente respecto a los planes que cada aspirante tiene, y esto preocupa. Son estos los días para que la gente conozca qué tienen para ofrecer las campañas en temas como el manejo de una economía a la que no le faltan colosales desafíos, la atención a los migrantes, la política exterior, la seguridad ciudadana, la obligación de detener ya la deforestación o lo que aún falta en la implementación del acuerdo de paz. Lo que está en juego obliga a que los candidatos llenen de razones a la ciudadanía para respaldarlos, más que de emociones para vitorearlos.
EDITORIAL
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