Investigadores en Italia han identificado cómo el cerebro de un hombre se transformó en vidrio, probablemente debido a la exposición a una nube de cenizas volcánicas hace cerca de dos milenios.
En el año 79 de nuestra era, la actividad del Vesubio cubrió Pompeya y Herculano con una combinación de gases, cenizas y fragmentos de roca a temperaturas extremas, un fenómeno conocido como flujo piroclástico.
En Herculano, entre los restos de una víctima joven de aproximadamente 20 años, hallado calcinado sobre una estructura de madera, se identificó una particularidad que llamó la atención de los investigadores.
El antropólogo Pier Paolo Petrone, quien examinó el cráneo del individuo, notó una sustancia brillante en su interior. “Algo brillante en el cráneo roto”, expresó a AFP el especialista, coautor del estudio publicado en Scientific Reports. Los análisis confirmaron que los restos del tejido cerebral se habían convertido en pequeñas piezas de vidrio negro.
Guido Giordano, vulcanólogo y también coautor del estudio, señaló que algunos fragmentos alcanzaban hasta un centímetro de ancho y que dentro de ellos se distinguían redes neuronales complejas. Según sus palabras, esto resultó ser “algo sorprendente y realmente inesperado”.
Es el único caso conocido en el que un tejido animal se transformó en vidrio tras una erupción. Foto:AFP
El hallazgo ha despertado el interés de la comunidad científica, ya que la formación de vidrio en la naturaleza ocurre en condiciones muy específicas. Para que el cerebro experimentara este proceso, debió haber estado expuesto a temperaturas superiores a los 510 ºC, seguidas de un enfriamiento rápido.
Los especialistas consideran que el evento que permitió esta transformación se debió a una primera nube de cenizas ardientes expulsada por el Vesubio, la cual se disipó en poco tiempo. La teoría se refuerza con la evidencia de una delgada capa de cenizas sobre la ciudad, que fue luego cubierta completamente por el flujo piroclástico. Según la investigación, el cerebro del joven representa “el único ejemplo en la Tierra” de un tejido animal convertido en vidrio.
Descubrieron qué pasó con los únicos sobrevivientes de la erupción del Monte Vesubio
El 24 de agosto del año 79 d.C., el Monte Vesubio entró en erupción y cubrió las ciudades de Pompeya y Herculano con una mezcla de lava, rocas y gases tóxicos. El evento devastador generó caos y llevó a muchos a intentar escapar.
Aunque la mayoría de los habitantes no logró sobrevivir, un grupo reducido sí lo hizo y, con el tiempo, se estableció en otras localidades. Investigaciones recientes han permitido rastrear su destino y comprender cómo reconstruyeron sus vidas después del desastre.
A pesar de la devastación, algunos lograron sobrevivir y asentarse en las proximidades. Foto:iStock
Evidencia sobre los sobrevivientes
Uno de los principales sitios arqueológicos de Italia es el parque que conserva los restos de Pompeya, ubicado en la región de Campania. Aún hay sectores en proceso de excavación, mientras que otros pueden ser visitados para observar las estructuras que resistieron tanto la erupción como el paso de los siglos.
Un nuevo análisis sobre quienes lograron huir ha permitido plantear una versión distinta a la idea de que la civilización pompeyana quedó completamente extinguida. En el documental Pompeii: The New Dig, producido por la cadena PBS, se recopilaron relatos sobre personas que escaparon y continuaron su vida en otros lugares.
Antes del desastre, Pompeya era un importante centro comercial del Imperio Romano con aproximadamente 35.000 habitantes y un sector productivo en expansión. En Herculano, con una población de 5.000 personas, el puerto tenía gran relevancia para el comercio marítimo. La erupción destruyó establos, viviendas, edificios públicos, jardines y embarcaciones. Sin embargo, algunos lograron salir a tiempo y se trasladaron a localidades cercanas.
Rastreo de los desplazados
El profesor Steven L. Tuck, experto en Clásicos de la Universidad de Miami y realizador del documental, explicó que encontrar información sobre los sobrevivientes fue un desafío, ya que quedaron pocos registros después de la catástrofe. “La búsqueda se trató como encontrar una aguja en un pajar”, señaló.
El proceso comenzó identificando nombres que solo se usaban en Pompeya y Herculano, como Numerius Popidius y Aulus Umbricius. “Busqué personas con esos nombres que vivieran en las comunidades circundantes en el período posterior a la erupción. También busqué evidencia adicional, como infraestructura mejorada en comunidades vecinas para acomodar a los inmigrantes”, detalló Tuck.
Después de ocho años de estudio, los resultados indicaron que 200 personas lograron sobrevivir y se establecieron en 12 ciudades diferentes. “Parece que la mayoría de los supervivientes permanecieron lo más cerca que pudieron de Pompeya. Prefirieron establecerse con otros supervivientes y confiaron en las redes sociales y económicas de sus ciudades originales cuando se reasentaron”, explicó el profesor.
Algunos de los grupos que lograron reorganizar su vida fueron los Caltilius, quienes se instalaron en Ostia, a poca distancia de Roma, donde construyeron un templo dedicado a la diosa egipcia Serapis, representada con una cesta de grano en la cabeza como símbolo de fertilidad. También mencionó a los Munatiuses, que lograron consolidar una economía estable después del desastre.
Mientras que algunas familias lograron establecerse con éxito, otras enfrentaron dificultades al no poder recuperar las riquezas que dejaron bajo las cenizas. Para ayudar a quienes quedaron sin recursos, las autoridades imperiales implementaron medidas en las ciudades que acogieron a los desplazados, como la construcción de templos, coliseos y la ampliación de redes de abastecimiento de agua.
“Los supervivientes no fueron aislados en campos ni obligados a vivir indefinidamente en ciudades de tiendas de campaña. No hay evidencia de que hayan encontrado discriminación en sus nuevas comunidades”, concluyó Tuck.
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de Agencia AFP, y contó con la revisión de un periodista y un editor.
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