Alcalde Peñalosa, hace una semana nos encontramos en el alto de Patios y hablamos de esa ruta que, una vez más, está de luto por otro ciclista: Óscar Maldonado. En nuestro país no pocas veces la formulación de políticas públicas tiene como prerrequisito el que haya varios muertos y sendos escándalos, algo que el ascenso de 7 km a Patios cumplió ya con macabra abundancia. Usted ha hecho mucho por el uso de la bicicleta y ahora, para parar esa cuenta, propongo que se consideren varios puntos.
Sábados y domingos: aislar un carril de 4:30 a 8 a. m. La densidad del tráfico a esas horas es baja y quien quiera escalar seguro, que madrugue; el aire de la montaña antes del amanecer es maravilloso. Después de las 8, restringir a la berma y un metro más a todos los ciclistas en ascenso y descenso.
Designar movilidad y policía motorizada que controle la totalidad de la ruta. Instalar sensores y cámaras de velocidad en ascenso y descenso para un cambio radical. Establecer multas drásticas a ciclistas y conductores imprudentes. Es hora de que la conducción temeraria de cualquier vehículo sea duramente sancionada en el país, y Bogotá debería poner el ejemplo.
Alcalde, hace una semana pudimos ser usted o yo
No son solo los carros. Hay ciclistas que con actitud imprudente o desafiante obligan a maniobras que nos afectan a todos. Me refiero a quienes suben en conferencia con sus amigos en doble o triple fila. Pero los ciclistas son frágiles, sin más defensa que su piel y sus huesos.
Subí a Patios por primera vez en 1978 y lo sigo haciendo. Era entonces una vía empinada por la que circulaban buses, camiones cementeros y algunas decenas de ciclistas. Cuatro décadas más tarde, la vía es solo unos metros más ancha, pero los ciclistas, vehículos y el riesgo de morir crecieron en forma exponencial, soy testigo. Hace algunos años, un bus nos arrolló adrede y aún resuena la respuesta del conductor entre risas: la vía es para los carros, ustedes estorban.
La historia se repite. Hace pocos meses, un joven yacía al lado de un Volkswagen escarabajo, que ironía; en estas cuatro décadas he perdido varios amigos. No más ciclistas muertos por conductores ni ciclistas imprudentes. Alcalde, hace una semana pudimos ser usted o yo, en el mismo punto, sobre la misma vía. Duro con la conducción temeraria.
MAURICIO LLOREDA