Los juegos verbales son esenciales no solo para el óptimo desarrollo del lenguaje de los pequeños, sino para fomentar el apego con los padres.
Aunque los padres no se dan cuenta, los juegos verbales hacen parte del día a día de la crianza de los niños. Algunos adultos los utilizan para consentir al bebé, para enseñar las vocales o simplemente para divertirse. Pero, muchas veces, ignoran que estos cantos, rimas, adivinanzas, trabalenguas y rondas favorecen el desarrollo intelectual y amoroso del niño.
Estas dinámicas están relacionadas “con el vínculo afectivo entre el adulto y su hijo. El pequeño necesita todo el tiempo que le hablen y el lenguaje es, en sí, un juego. A través de las acentuaciones y los fraseos, los bebés también se dan cuenta de cosas tan sencillas como las emociones”, señala María del Sol Peralta, pedagoga musical.
Aprendiendo desde la cuna
Más allá del tierno y melódico canto que muchas madres les susurran a sus bebés, desde que estos nacen, o de las adivinanzas que los padres comparten con sus hijos, hay un significado pedagógico muy importante para la formación lingüística del niño.
Cuando el bebé está en la cuna, sigue un modelo (el adulto) a través de su mirada, que le habla, sonríe, canta y juega sin parar. El niño, más tarde, retomará estas acciones para expresarse. “Todos los juegos con la boca van a favorecer el desarrollo del habla. Los padres lo hacen a través de una relación afectiva con el con su hijo, pero todas estas dinámicas van a ser buenas para el bebé más adelante”, dice Olga Clemencia Arango, fonoaudióloga y especialista en desarrollo del lenguaje.
Desde que nacen, los pequeños todo el tiempo están haciendo ‘gimnasia facial’. Observan las acciones de los demás y empiezan a balbucear; todo se hace como preparación de los músculos que les permitirán comunicarse con el mundo, entrar en ese aparato simbólico, que es el lenguaje, el cual le da pie al ser humano para expresarle las ideas a los demás.
A medida que los niños van creciendo, estos juegos se van volviendo más complejos. El pequeño tiene la capacidad de pronunciar adecuadamente y de crear oraciones, para cantar, adivinar, etc. “A partir de los 2 a 3 años de edad, el trabajo debe ser mucho más sistematizado, debe tener un propósito adicional al simple hecho de jugar”, dice Arango.
Niños seguros
Según una investigación que se llevó a cabo el año pasado, llamada ‘Language skills in shy & not-shy preschoolers’ Journal of Child Language, Ontario (Canadá), es muy importante mezclar el juego y el diálogo para adquirir habilidades en la comunicación verbal.
Los investigadores evaluaron las capacidades de alumnos de preescolar con características diferentes: extrovertidos e introvertidos y, paralelamente, a sus padres. El resultado indicó que los pequeños más tímidos hablaban menos con sus padres en el hogar que aquellos que tenían más relaciones con sus compañeros en la escuela.
“Los niños tímidos, hijos de padres callados, comparados con lo que son espontáneos, no tienen mucha diferencia en cuanto a contenido del lenguaje, pero las habilidades comunicativas entre unos y otros varían”, explica la fonoaudióloga, con relación al estudio.
Por otra parte, señala la especialista, el niño que conoce los juegos verbales va a tener más facilidad en aprender los procesos de lectoescritura que un pequeño que no ha experimentado estas dinámicas.
Para María del Sol Peralta, a la hora de contar una historia se estructura un niño absolutamente distinto a otro que no le han hablado y no le han transmitido afecto a través de la palabra y el cuerpo, pues no tiene herramientas de comunicación y seguramente va a ser un infante temeroso, que no pueden poner en palabras lo que lleva dentro. Y eso genera un caos síquico, emocional, afectivo, social.
Desarrollo del lenguaje
La fonoaudióloga Olga Arango explica las finalidades de los juegos verbales:
• Parte expresiva. A medida que los niños tienen referentes con buena pronunciación, se va desarrollando la capacidad de hablar, a través del juego; el pequeño lo va interiorizando para poder reproducir su propio contenido.
Por otra parte, progresan en la articulación; es decir, en la habilidad de pronunciar adecuadamente todos los fonemas del medio lingüístico en el que se desenvuelven.
Y, finalmente, se enriquece la estructura gramatical de la expresión del niño, a medida que empiece a formar frases más complejas.
• Semántica. Enriquece el vocabulario del menor, pues empieza a conocer contenidos significativos.
Sencillez, la clave
El juego verbal es tan sencillo que simplemente se necesita la interacción entre el niño y el adulto y una dinámica que fortalezca esa comunicación. No obstante, se aconseja no desgastarse buscando cosas materiales, sino entender que el juego ya está creado y que simplemente, “a través de la lúdica, se puede estar a la par en el mundo simbólico del niño, en sus gustos y sus intereses”, dice María del Sol Peralta, pedagoga musical.
“Cualquier juego que implique comunicación, por sencillo que sea, es favorecedor para el desarrollo del lenguaje. Pero se debe tener en cuenta que las actividades deben ser dinámicas; todo lo que tenga que ver con historias y con música son enriquecedoras”, señala la fonoaudióloga Olga Arango.
En síntesis
Los principales beneficios de los juegos verbales son:
• Desarrollo afectivo entre padres e hijos
• Socialización
• Coordinación
• Concentración
• Memoria
• Atención
Por Karen Johana Sánchez
Redactora ABC del bebé