La rasquiña y la resequedad son signos claros de la enfermedad. Es importante hidratar la piel, controlar la rasquiña y evitar o con elementos irritantes.
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel caracterizada por rasquiña intensa y resequedad. Es crónica, evoluciona por etapas y puede ser la primera manifestación de alergia del niño, pues su aparición puede conducir después a la presencia de rinitis o asma (marcha atópica).
Los estudios muestran que entre el 30 y el 60 por ciento de quienes la padecen va a desarrollar asma; y del 35 al 66 por ciento, rinitis alérgica.
En su desarrollo se involucran factores como predisposición genética, herencia (antecedentes familiares), alteración de la respuesta inmunológica del organismo, disparadores ambientales y alteración de la barrera epidérmica en la cual “la piel no actúa como escudo protector y se lesiona fácilmente con bacterias, hongos, virus, con el exceso de agua, la sudoración y con sustancias de uso común, como jabones y detergentes. Además, la piel con dermatitis atópica no evita la perdida transepidérmica de agua y se reseca fácilmente”, explica la dermatóloga Martha Bibiana Rangel.
Disparadores ambientales
Entre los factores ambientales que disparan y/o exacerban la enfermedad están:
- Alergenos: ácaros, polen, mohos
- Estrés emocional.
- Bacterias, virus, hongos
- Factores climáticos: climas secos, invierno, exceso de sudoración
- Alimentos: leche de vaca, huevo, nueces, pescados, soya y trigo.
- Irritantes: agua muy caliente o muy fría, jabón, detergentes, fibras sintéticas, lana, desinfectantes, alcohol, amoníaco y exposición al humo del cigarrillo. “Evitar la aparición de la enfermedad es imposible, pero sí se puede disminuir su incidencia si se alimenta a los hijos con leche materna exclusiva durante los primeros seis meses”, dice la doctora Rangel, quien, de 10 infantes que atiende en consulta, la mitad de ellos acude por dermatitis atópica.
Hay factores que determinan que la enfermedad va a ser más persistente – agrega Rangel– como son: ser el hijo mayor o único en familias con historia de atopia, el inicio temprano de los síntomas, un compromiso cutáneo extenso y niveles sanguíneos elevados de inmunoglobulina E.
¿Qué tan frecuente es la dermatitis atópica?
Se estima que entre el 60 y 65 por ciento de los pacientes con dermatitis atópica desarrollan la enfermedad antes del primer año de edad y cuando tienen 5 años, del 85 al 90 por ciento de ellos presenta signos de esta condición. Es más frecuente en las niñas.
En Colombia, entre el 8 y el 10 por ciento de la población tiene dermatitis, afirma la alergóloga e inmunóloga pediatra Gemma Jacques.
¿Cómo se manifiesta?
La enfermedad inicia con resequedad. Comienza en los cachetes, luego se va a los pliegues, al cuello y a otras áreas de la piel. La caspa en las pestañas de los infantes es una forma de dermatitis.
En la fase aguda de la enfermedad se ven áreas rojas e inflamadas, cuya piel se rompe y luce reseca.
El tratamiento básico consiste en hidratar y evitar la rasquiña, pues cuando un niño se rasca, puede causarse heridas. “Hay que mantener la barrera de la piel. Se indica el uso de cremas con un pH ácido y lípidos”, afirma la alergóloga Gemma Jacques.
Se recomienda humectar la piel del niño diariamente. La idea es utilizar una crema sin perfumes ni aditivos y que tenga emoliente para piel seca. Debe ser prescrita por el médico tratante.
Cuando hay mucha rasquiña, explica Jacques, son útiles las cremas con bálsamo calmante. “También hay antihistamínicos que la disminuyen, pero solos no sirven y no deben ser la base del tratamiento”, agrega. Si el pequeño se rasca mucho es porque le falta hidratación.
La doctora Rangel afirma que el tratamiento lo debe realizar un especialista y debe ir encaminado a restablecer la función de barrera de la piel, a identificar y eliminar factores disparadores, a controlar la rasquiña y menciona que dentro de los medicamentos más utilizados son los corticoides tópicos que, en lo posible, deben utilizarse por poco tiempo cuando hay lesiones cutáneas (exacerbación de la enfermedad) y también se cuenta con inmunomoduladores que se pueden utilizar sobre lesiones activas y con menos efectos secundarios que los corticoides, que mal utilizados producen atrofia epidérmica, entre otros.
“No tratar la dermatitis atópica implica el riesgo de colonización bacteriana e infección de la piel, las lesiones se aumentan por rascarse y pueden terminar en cicatrices. Por último, la rasquiña persistente afecta la calidad de vida del niño y la de su familia y no le permite dormir bien, afectando el rendimiento”, comenta la dermatóloga.
Bajo control
Existen formas de evitar que la enfermedad empeore. Estas son algunas medidas:
- Mantener las uñas del niño cortas.
- Baño corto con agua tibia. La caliente seca más la piel.
- Usar sustitutos del jabón recomendados, en líquido o en barra (sin fragancias ni preservantes) y aplicar en las áreas que más se ensucian y requieren higiene (genitales, orejas, cuello, pies, axilas).
- Al secar la piel, no friccionarla. Hacerlo a presión (envolver al niño en la toalla y apretarlo).
- Hidratar al menos dos veces al día con cremas humectantes (después del baño, antes de acostarse y cada vez que se rasque). No deben pasar más de tres minutos desde que sale de la ducha para aplicar la crema.
- Utilizar ropa suelta, de algodón o lino. En el caso de un bebé, no se le debe abrigar demasiado.
- Lavar muy bien las prendas, con jabones suaves y ojalá sin suavizantes ni blanqueadores.
Por Andrea Linares G.
Redactora ABC del bebé