Aunque parece un tema alarmante, la incontinencia urinaria posparto es más común de lo que se cree, y las causas, como lo explica el urólogo Jorge Forero, son diversas. Unas de tipo físico por los cambios en las condiciones a las que se somete el piso pélvico, como subida de peso y presión o aumento en el volumen. También cuentan las causas fisiológicas, debido a efectos hormonales, que son necesarios para preparar el canal del parto y que influyen sobre el tono muscular.
Con un aumento de peso como el de un embarazo es factible que la flexibilidad y fortaleza de ese piso pélvico se afecte. Cabe decir que esto se presenta con el parto vaginal, “al que se le atribuye el 49 por ciento de los casos de incontinencia posparto”, según María Catalina Gómez Acevedo, médica especialista en ginecología y obstetricia del Hospital Militar Central.
“Junto al hecho del parto vaginal están las prácticas obstétricas asociadas al proceso del parto, como el uso de instrumental (espátulas o fórceps) o la inducción al parto con oxitocina. Lo que pasa es que los músculos y ligamentos que forman el suelo pélvico (que sostiene el útero, la vejiga y el recto) tienen que distenderse para que el bebé salga, y luego el piso pélvico debe volver a ponerse a tono”. Hasta que eso no ocurra, la madre no tendrán la misma capacidad de contención, por lo que la orina puede escaparse. Además, tras el parto la musculatura abdominal está distendida, lo que afecta al suelo pélvico.
Finalmente, la genética marca como una posibilidad, ya que si los músculos de la madre son laxos, se hace más propensa a sufrir de esta anomalía.
Cuando las mujeres han tenido varios partos y por cesárea es importante decir “que como en el procedimiento de sacar al niño hay que ‘disecar’ la vejiga para llegar al útero y luego volver a posicionarla, es posible que por ser varias cesáreas, aparezca la incontinencia de urgencia”, anota Gómez ¿Se puede evitar?
En cada mujer, explica el doctor Forero, procesos como el embarazo y el parto tienen respuestas diferentes. Ahora bien, en términos generales circunstancias como la raza, los hábitos, el sedentarismo, la obesidad pueden hacer que se presente mayor compromiso, o aumente el riesgo de incontinencia”. El urólogo añade que esta anomalía es más frecuente en mujeres blancas, sedentarias y con sobrepeso y, por supuesto, cada embarazo y parto aumenta el riesgo de padecerlo.
Para tranquilizar a todas las futuras madres, la doctora Gómez Acevedo dice que si se está embarazada y se quiere prevenir el problema, “se puede hacer mucho”.
Como controlar el peso en el embarazo, evitar el estreñimiento y hacer micciones frecuentes, sin esperar hasta tener muchas ganas de orinar.
“Primero, apúntele a las rutinas de preparto, que ejercitan los músculos de la zona, así conseguirá mejorar la elasticidad perineal, lo que le ayudará a recuperar más fácilmente el tono, y resultará muy útil el día del parto, porque reduce las posibilidades de desgarros y episiotomía (agrandar la abertura de la vagina con una incisión en el perineo).
Los ejercicios de preparto suelen iniciarse en la semana 28 de gestación, a veces un poco antes. “Además, los médicos debemos intentar mitigar los daños con una adecuada atención pre y posparto”, dice la especialista.
¿Cómo se presenta?
El que la mujer después del parto presente incontinencia suele ser una anomalía, en la mayoría de los casos (80%) muy leve o moderada, y se soluciona muchas veces de forma espontánea.
En el embarazo, un síntoma típico es el aumento de la frecuencia miccional y se da porque el útero, que está en crecimiento, comprime la vejiga, disminuyendo su capacidad y en consecuencia se desencadena el reflejo de necesidad de orinar con volúmenes menores de orina. Hacia el final del embarazo es posible que esta presión sea mucha y venza el esfínter, produciéndose la salida involuntaria de orina, explica la doctora Gómez.
Según el urólogo Forero, las mujeres en el posparto pueden presentar cualquiera de los dos tipos de incontinencia. “El primero, llamado de urgencia, que se da por cambios fisiológicos debidos a la variación de volumen, presión abdominal y de las condiciones fisiológicas del embarazo y el parto”. Es un deseo súbito de orinar asociado a cierto escape; la otra, es incontinencia de esfuerzo, que se puede presentar en diferentes grados, y se caracteriza por un escape urinario asociado al pujo, la risa, la tos, el estornudo o un golpe. Puede ser de variada intensidad y se debe principalmente al trastorno funcional del piso pélvico, debido al peso al que es sometido el embarazo y el estiramiento en el momento del parto.