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Motricidad gruesa: a mover el cuerpo

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Para Luz Karime Duarte, terapeuta egresada de la Universidad Javeriana, estimular a tu hijo le permitirá, al crecer, desempeñarse mejor en el colegio y en sus actividades diarias.
Para ello, dice la experta, hay que trabajar inicialmente la motricidad gruesa, esa habilidad para realizar movimientos generales grandes, tales como agitar un brazo o levantar una pierna (relacionada con posición y cuerpo). Procura dedicar un tiempo del día a realizar ejercicios como jugar a la carretilla, trepar, o ir al parque y pasar el pasamanos, y otros juegos en los que la fuerza de las extremidades se ponga a prueba, al igual que trabaje con plastilina de diferentes durezas.
Duarte continúa diciendo que hay que motivar a los niños a jugar con la pelota, el lazo, hacer ejercicios de equilibrio, y siempre exigirles un esfuerzo físico. Igualmente, el tener que manipular juguetes, de diferentes formas, tamaños y texturas, al igual que realizar habilidades motoras como subir, bajar, agarrar, trepar, en los que involucren sus músculos largos, les servirá para cultivar su motricidad gruesa.
Estimula a tus pequeños: Diez formas de estimular a tu hijo
Ahora bien, el control de la cabeza, sentarse gatear y caminar son muy importantes en el desarrollo del niño, pero ¿cuándo deben hacerlo y por qué?
Es primordial que los padres conozcan los momentos claves en los que el bebé debe vivir estos avances, desde que sostiene la cabeza hasta que comienza a caminar, pues esto hace parte de una secuencia y evolución natural, ya establecida y que generalmente comienza en la cabeza, sigue por el cuello, las extremidades superiores, el tronco y las extremidades inferiores.
En todos los niños se da diferente, pero ABC del Bebé te guiará con algunas generalidades que podrían modificarse, según el desarrollo y estímulo de cada pequeño.
Control de la cabeza
Controlar la cabeza es la primera habilidad que debe alcanzar el niño y la base para sus movimientos posteriores. Cuando nace, sus músculos son muy débiles y el control cefálico es aún muy deficiente. La cabeza la podrá levantar alrededor del primer mes de vida; hacia los dos meses puede elevarla, pero si está acostado, boca abajo, la podrá mantener erguida solo hacia los cuatro meses.
En el cuarto o quinto mes, si el niño no sostiene su cabeza, puede deberse a un bajo tono muscular del cuello y la espalda. Para ello, se recomienda ubicarlo boca abajo, colocarle un objeto en frente y hacer que levante la nuca y al sexto mes, ya debe sostener la cabeza.
Gatear
El gateo, además de fortalecer las piernas, los brazos y fomentar el conocimiento corporal, permite que el niño se vuelva independiente.Además, fortalece también, huesos y músculos, y permite que se familiarice con lo que encuentra a su alrededor.
Con ello desarrolla el patrón cruzado; es decir, la función neurológica que hace posible el desplazamiento corporal organizado y el equilibrio del cuerpo humano. Esto implica que el brazo derecho se sincronice con el pie izquierdo y viceversa.
Además, lo lleva a coordinar cada uno de los puntos de su propio cuerpo; fortalece el enfoque visual; estimula el desarrollo táctil de la palma; ayuda a desarrollar la ‘dominación hemisférica’, proceso por el cual se incrementan las habilidades de los niños, y desarrolla la coordinación cerebral ojo-mano.
En general, los bebés gatean hacia los ocho o nueve meses, pero en algunos casos, este proceso puede tardar más e, incluso, esperar hasta el año antes de caminar. Es más, algunos niños se ponen en marcha sin antes gatear.
Para estimularlos, los especialistas sugieren que pongas al niño en posición boca abajo, sobre una superficie en la que pueda explorar, con juguetes que tengan sonidos y colores para que los empuje y los persiga. También, después del baño, puedes ponerlo de rodillas con las manos apoyadas y hacia adelante, extendiendo las extremidades para que se desplace.
Sentarse
Si el niño ya mantiene el control de su cabeza, levanta el mentón y se voltea de un lado al otro o hace el rolado, podrá sentarse. Generalmente, lo hacen entre el quinto y octavo mes.
“Se comienza a observar que el niño lleva las manos a la línea media e intenta incorporarse, es en ese momento, de forma segura, que el bebé se puede sentar, con el soporte adecuado, y permitirle que perfeccione la actividad mano-ojo”, explica el pediatra Álvaro Jácome.
Inicialmente, “lo harán con la ayuda de cojines o soportes y, a medida que fortalezcan los músculos que controlan la cabeza y el tronco, así como el desarrollo de su equilibrio, irán haciéndolo mejor y por tiempos más largos. Al comienzo, cuando el niño se fatiga o pierde el equilibrio, se dejará caer; por eso, debe estar en un sitio seguro y libre de objetos peligrosos”, agrega Guillermo Sánchez, especialista en ortopedia y traumatología pediátrica.
Luego, el bebé irá perfeccionando el movimiento hasta lograr sentarse con seguridad. Cabe anotar que estimularlo físicamente no es suficiente, sino que el pequeño necesita de una maduración neurológica, del sistema nervioso central, y una buena nutrición.
La marcha
La posición para ponerlos de pie, según expertos, se debe trabajar tras superar la fase de gateo. Se recomienda, por lo menos, después del noveno mes, dice el doctor Luis Eduardo Rueda Fonseca, jefe de Ortopedia del Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt.
Y aunque pareciera que los niños se quisieran parar, desde los seis meses, es un reflejo en el que los bebés tienden a extender las rodillas y estirar las piernas. “No lo hacen por voluntad propia, sino como un reflejo –aclara el ortopedista–. Sin embargo, no se recomienda estimular la posición de pie desde esa edad, porque el esqueleto es muy inmaduro”.
Es de manera natural que ellos se ponen de pie de forma autónoma y empiezan a dar sus primeros pasos y, aunque no se puede decir que existe una edad exacta en la que comienzan a caminar, generalmente es a los nueve meses de edad, pero hay pequeños que incluso, lo hacen desde los 9 meses hasta después del año. La edad límite para consultar en caso tal, serían los 18 meses (año y medio).
Para esto, es ideal comprar zapatos de suela dura para que camine cómodamente.“Antiguamente se pensaba que uno podía cambiarle la forma de los pies a los niños con los zapatos (ortopédicos) o ‘no tuerce’, y hoy en día se sabe que esto no es cierto”, explica el ortopedista Luis Eduardo Rueda.
Y, finalmente, hay que brindar al pequeño, un espacio donde explore de manera amplia y natural, donde pueda aprender sin condición y donde se le den todas las herramientas para ello, como el juego y la interacción con sus padres, para que tenga una evolución y un aprendizaje natural.
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Ejemplos de un buen desarrollo de la motricidad gruesa
• Aprende a pedalear el triciclo o una bicicleta con ruedas laterales.
• Aprende a pelotear.
• Salta bien con los pies al mismo tiempo (como un conejo).
• Camina, sin dificultad, para atrás o sobre una línea recta.

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