Una de las principales preocupaciones de los padres son los problemas asociados a la digestión en los bebés. Son tan comunes que se cree que alrededor de una tercera parte de los pequeños presentan una o más molestias de este tipo.
Las más frecuentes son cólicos, estreñimiento, reflujo gastroesofágico y diarrea. Generalmente, surgen en el primer año de vida y, con más frecuencia, en los primeros seis meses de edad. “El cólico tiene un pico a las 6-8 semanas, y desaparece hacia los cuatro o cinco meses de edad. El reflujo se manifiesta más hacia los cuatro meses y va disminuyendo progresivamente hasta desaparecer al año, en casi la mayoría de los niños. Las dificultades para evacuar se presentan mayoritariamente en los bebés menores de cuatro meses, y el estreñimiento franco se presenta con frecuencia desde los seis meses, cuando el bebé empieza a comer otros alimentos diferentes a la leche materna y/o de fórmula”, explica el gastroenterólogo y nutriólogo pediatra Wilson Daza Carreño, director del posgrado de gastroenterología pediátrica de la Universidad El Bosque y director de Gastronutriped.
Los niños las expresan con diferentes síntomas, pero el más común es el llanto o la irritabilidad. Dentro de las otras señales están: distensión abdominal, flatulencia excesiva, regurgitaciones (que se sale el alimento por los lados de la boca como leche cortada) o vómitos. Molestias al evacuar que se expresan con pujo excesivo, llanto, cara roja, manos empuñadas, abdomen tenso y piernas flexionadas hacia el abdomen. Una de las causas de la presencia de estas molestias digestivas es la técnica inadecuada para alimentar al niño o la influencia del alimento de la madre en la leche materna. Es decir, “es ideal que el niño esté siendo alimentado exclusivamente con seno, pero cuando la mamá consume sustancias que pueden hacer alguna reacción en el niño, se presentan estos problemas”, añade Clara Inés Sandoval, médica pediatra bioenergética. Además, todos los bebés nacen con un factor constitucional que puede influir en esta situación –agrega la especialista– y que esa base biológica hace que el niño tenga una tendencia a padecer determinadas enfermedades. Los trastornos menores del sistema digestivo del bebé, explica el doctor, son un grupo de condiciones que puede presentar el niño en el primer año, y estar asociados a inmadurez del sistema digestivo. (Ver recuadro). Por otra parte, en muchas ocasiones influye el factor emocional. Es decir, hay madres estresadas, angustiadas, que transmiten el sentimiento al niño y hacen que se convierta en factor agregado para la patología.
Principales malestares
Cólicos
Esta condición se presenta hasta en el 40 por ciento de los bebés –tanto los amamantados como los alimentados con fórmula– durante los primeros 4 o 5 meses de vida. El cólico del lactante, que se caracteriza porque el niño presenta un llanto fuerte, dobla las piernas, el abdomen se pone duro y, con frecuencia, puede ir acompañado de estreñimiento, dice la doctora, es un “proceso inflamatorio de la mucosa del intestino, que puede obedecer a factores alimenticios o de tipo emocional”.
La causa del cólico infantil aún no se conoce por completo, pero está generalmente aceptado que es multifactorial, dice el doctor Daza. En la última década los estudios dan pie para pensar que se puede estar presentando por inmadurez de la flora intestinal. Como los bebés continúan creciendo sanos, no se considera una enfermedad, pero es una dura experiencia para los padres. Por eso, lo más importante es el apoyo familiar y saber que el niño crece bien y que es una molestia pasajera. Incluso, “se debe insistir en que el cuidador (generalmente la mamá) tenga un espacio libre para ella, que descanse del llanto del bebé y que alguien más la releve en el cuidado del niño para que esté relajada y con fuerzas para seguir cuidándolo”, agrega el experto.
Además, añade algunas recomendaciones que pueden ayudar en casa:
• Establecer rutinas. Alimentarlo, descartar que no esté sucio el pañal, que no haya nada que le esté apretando o molestando o que tenga fiebre. Vigilar que mueva todas sus extremidades, que no tenga calor ni frío.
• Realizar masajes sobre el abdomen en el sentido de las manecillas del reloj, colocar música tranquila para la familia, bañar al bebé y también acunarlo.
• Desde el punto de vista médico, si el bebé está amamantando, se debe seguir alimentando de tal manera. Si el bebé toma leche con fórmula infantil, no se justifica probar varias fórmulas, hoy día se dispone de una especial para alimentar a los niños con estos problemas, que tiene modificados los nutrientes para mejorar las molestias.
Por ejemplo, tienen baja concentración de lactosa, para evitar intolerancia a esta, proteína parcialmente digerida para mejorar el vaciado del estómago hacia el intestino, lactobacillus reuteri para mejorar los movimientos del intestino, como los del esófago y para ayudar al desarrollo de la flora intestinal del bebé.
• El pediatra debe revisar al bebé y descartar que su llanto no sea causado por otra enfermedad.
La especialista Clara Inés Sandoval indica que también es importante analizar, en la historia clínica, la alimentación del niño y de la madre: “Algunas mujeres consumen leche de soya o de vaca, o alimentos con muchos químicos, y al hacerle unas recomendaciones dirigidas de alimentación a la mamá, a los niños se les quitan los cólicos”.
Además de estos consejos médicos, y algunos de tipo emocional, indica, existen medicamentos homeopáticos que pueden ayudar al bebé para que los cólicos desaparezcan o, incluso, para que se elimine el dolor marcado del momento.
Diarrea
En los niños menores de dos años, las causas más frecuentes de la diarrea son los virus (uno de los agentes más conocidos es el rotavirus), pero también pueden presentarse por bacterias, hongos, parásitos, e incluso por intolerancia a la lactosa o por alergia a la proteína de leche de vaca. Es una enfermedad caracterizada por la inflamación del intestino. En estos casos, lo más importante es mantener hidratado al paciente, darle una nutrición adecuada y un lapso de 7 a 10 días, tiempo en el que la enfermedad ya debe haber pasado.
Lo que se puede hacer en casa es istrar suero de rehidratación oral, dos onzas después de cada vómito o diarrea que el bebé presente, para que no se deshidrate, indica el pediatra. También se puede ayudar con medicamento homeopático que mejore la flora intestinal, indica Sandoval. Y acudir al pediatra para determinar la causa y el manejo médico-nutricional. La nutrición adecuada de un bebé menor de seis meses consiste en alimentarlo solo con leche materna, y si es con una maternizada, una adecuada como, por ejemplo, sin lactosa. Si es mayor, darle alimentos como guayaba, manzana, pechuga de pollo, caldo de papa, etc.
Estreñimiento
Un niño debe evacuar todos los días desde que nace. En general, los que toman leche materna evacúan cada vez que comen, pero los cólicos o el estreñimiento se ven más en niños que toman leches maternizadas y que, por alguna razón, se les ha tenido que quitar el seno. También, dice la pediatra, es un fenómeno inflamatorio que obedece a un factor genético de base. Se caracteriza porque el niño no evacúa las heces o, si lo hace, presenta deposiciones duras, en bolitas o muy grandes, secas y agrietadas que hasta pueden rasgar el ano y sangrar. Generalmente, explica el nutriólogo, “los francos estreñimientos, antes de los primeros seis meses de edad, no son normales y se debe descartar una enfermedad importante. Por eso, hay que consultar al pediatra y/o gastroenterólogo pediatra para investigar las posibles causas y dar un manejo médico-nutricional adecuado”.
La solución, cuando el niño no es alimentado por seno, indica la especialista, es buscar la leche que el niño mejor tolere. Esta molestia también se puede tratar por medio de la homeopatía.El estreñimiento se debe diferenciar de la disquezia, que es la molestia que se genera ante la evacuación sin que sea estreñimiento. “El bebé presenta una incomodidad 10 o 15 minutos antes de evacuar, con pujo excesivo, cara roja, manos empuñadas, piernas flexionadas hacia el abdomen, barriguita tensa, expulsión de gases por el recto, hasta que finalmente hace su disposición blandita, lo cual es normal para los bebés que están tomando solo leche materna. Esto es por inmadurez de los movimientos intestinales, es normal y se mejora entre el 4o. y 5o. mes de vida”, explica Wilson Daza, nutriólogo pediatra. El niño debe continuar con la leche materna, se pueden realizar los masajes en el abdomen, pero nunca se deben dar compotas de ciruelas, jugos de granadilla, agüitas aromáticas o medicinales, ni medicamentos como laxantes, porque un bebé menor de seis meses de edad no debe recibir alimentos diferentes a la leche materna. Los laxantes, por su parte, pueden dañar aún más la flora intestinal y algunos producen inflamación del intestino porque son irritativos para el bebé.
Reflujo gastroesofágico
Se presenta por inmadurez de los movimientos del esófago, de la presión que tienen los músculos sobre este o porque el órgano no está muy largo, entre otras causas. “Generalmente el esfínter esofágico inferior puede estar un poco inmaduro y favorecer que ese estómago que está lleno de leche, regurgite y se devuelva el alimento. Hay otros casos donde hay una irritación de la mucosa del estómago que llegó por un alimento y lo está inflamando, entonces el mismo cuerpo lo rechaza”, afirma Clara Inés Sandoval, médica pediatra bioenergética.
A veces estos vómitos o regurgitaciones se presentan porque las mamás sobrealimentan a los niños y los dejan demasiado llenos. Por eso, dice el especialista Daza, es importante revisar la cantidad de veces que se coloca el bebé al seno materno, o la cantidad de teteros que se dan al día y de onzas, en cada toma. Incluso, algunas madres los alimentan demasiado y los mueven, causando la molestia. Generalmente al año desaparece el reflujo; a medida que los niños crecen, este mejora. Existen varias ayudas para contrarrestar el problema, como ubicarlos de forma semisentada cuando duermen o se alimentan. Se aconseja –dice la pediatra– que el bebé esté a 45 grados del plano horizontal permanentemente. También se aconseja no moverlo después de que come. “Cuando el niño tiene otros síntomas como, por ejemplo, retraso en su talla, pérdida de peso o peso estacionario, anemia, vómitos con sangre, deposiciones negras ‘melcochudas’ que huelen muy feo, problemas respiratorios frecuentes, mucho llanto e irritabilidad que les altera su patrón de sueño, que rechazan el seno materno o la fórmula infantil, puede que se trate de una enfermedad por reflujo gastroesofágico y no de la molestia común”, enfatiza el pediatra Wilson Daza. Entonces, se debe consultar al pediatra para llevar el seguimiento de peso, talla y de los síntomas que pueden ir apareciendo, porque a veces empiezan como un reflujo normal y luego se vuelven enfermedad.