Especialistas hablan de cómo se presenta esta etapa y también desmienten algunos mitos sobre el tema.
Ocurre, por lo general, entre los 8 y los 12 meses, previo a caminar. La posición cuadrúpeda no es la única que se puede describir como gateo. Y no resulta apropiado obligar al niño a tomar una postura precisa para vivir este momento de su desarrollo. Gatear es una etapa que para muchos pequeños sanos, sin parálisis, hipotonía (disminución del tono muscular) o una hipertonía (aumento exagerado del tono muscular), resulta natural y espontánea, pero también es cierto que puede ser estimulada (no obligada).
Juan Carlos Rodríguez Alvira, ortopedista infantil y profesor de ortopedia en la Universidad del Rosario, explica que a los niños no hay que obligarlos a que gateen únicamente en posición cuadrúpeda, pues cada uno establece su propio patrón de desplazamiento.
“Si el pequeño se quiere parar solo, hay que dejarlo en el momento en que lo intente. Además, se han descrito más de 20 tipos de gateo, siendo el más común en posición cuadrúpeda, apoyando las manos y las rodillas. Le sigue, en frecuencia, el que se desplaza sentado, halándose con los pies.
Otros niños, al tiempo que se empujan con los dos pies, pegan un saltico; en casos menos frecuentes, adoptan la posición cuadrúpeda pero dejan una pierna atrás y la otra adelante. Otros sólo se arrastran, ya sea hacia adelante y menos frecuente hacia atrás, y también hay unos que se ubican en cuadrúpedo sin apoyar las rodillas sino los pies.
Si el niño no se desplaza a la edad en que debe hacerlo hay que descartarle alguna patología neurológica o muscular. Si se demuestra alguna dificultad, es importante tratarla por medio de especialistas. Pero esta no es la única causa de un retraso en el gateo. Rodríguez Alvira dice que ocasionalmente algunos niños se tardan por falta de estímulo, “no los colocan nunca en el piso ni en áreas amplias, los mantienen en una cuna o un corral pequeño; el niño señala lo que quiere y se lo alcanzan, además lo tienen alzado todo el tiempo. Lo importante es entender que tan pronto como los sueltan en el piso y no le llevan las cosas cuando las solicita, el pequeño empezará a desplazarse, no sin antes llorar un poco por lo que no le hacen caso”.
¿Por qué los beneficios?
El gateo es un proceso que integra los dos hemisferios cerebrales y, por lo tanto, favorece la comunicación y coordinación entre los dos lados del cerebro, ya que requiere el entrecruzamiento de las extremidades. Además de esto, el niño aprende a desplazar sus manos con respecto a la distancia que existe entre él y su punto de apoyo, o entre él y un obstáculo, favoreciendo el desarrollo de la perspectiva visual y el equilibrio.
Según la pediatra Patricia Contreras, la integración de estas funciones tan elementales “se traducirán más tarde en cosas tan importantes como el desarrollo deportivo: correr y golpear un balón, poner atención a lo que habla un profesor en clase y tomar notas al mismo tiempo”.
Por su parte, el ortopedista infantil dice que el desplazarse implica aprender a relacionarse con el medio ambiente, conocer los espacios, las alturas de los objetos, si son fijos o se pueden mover.
“Físicamente va aprendiendo a mover y dominar cada uno de los segmentos de su cuerpo y a coordinarlos entre ellos. Es el comienzo de la motricidad gruesa, y esto lo va logrando mediante el ensayo, hasta que consigue su objetivo”, complementa Rodríguez Alvira, para quien muchas de las formas de desplazamiento son heredadas.
Tenga en cuenta
Si se observa algún retraso o limitación en el desarrollo del menor, es importante que lo lleven al pediatra para que se descarte alguna alteración. Antes de preocuparse por cualquier problema físico o neurológico de su hijo, evalúe si le está proporcionando la libertad y los recursos necesarios para que empiece a gatear. A veces el retraso es miedo de los padres o una sobreprotección excesiva. Cada etapa merece su espacio y ésta lo requiere en mayor proporción.
Importancia del gateo
La pediatra Patricia Contreras explica que quien no gatea sea más o menos inteligente que otros, solo es que tendrá mayores habilidades de integración de los dos hemisferios que aquellos que no lo hayan hecho.
La natación también ayuda a estimular la coordinación entre los dos hemisferios. Entre tanto, Olga Lucía Baquero Castañeda, presidenta de la Sociedad Colombiana de Pediatría, Regional Bogotá, opina que “lo Importante es que los niños hayan asistido a sus controles con el pediatra y se les haya realizado un estudio del desarrollo de la cadera, pues alteraciones en esta sí influyen de forma importante en todo el desarrollo motriz de los niños y pueden generar daños”.