Este y otros temas se tratarán en la novena versión del Congreso Nacional de Lectura ¡Los niños son un cuento!, que tendrá lugar durante la Feria del libro.
“La lectura en la primera infancia no debe entenderse en el sentido tradicional; es decir, de la misma manera como lo hacen los adultos: decodificando signos en una página, sino empleando el lenguaje de diversas maneras a partir de las voces de las personas que cuidan al bebé”, comenta Claudia Rodríguez, subdirectora de formación y divulgación de Fundalectura.
La mejor manera de iniciar este proceso es comunicándose con el bebé. Basta con hablarle, cantarle en la cuna, contarle lo que van a hacer en el día, decirle cómo está creciendo, explicarle de manera sencilla qué son y para qué sirven los objetos que lo rodean y que se usan a diario (ropa, pañales, tina, coche, cargador, etc.).
“Esto teniendo en cuenta que los libros están hechos de palabras; entonces, las palabras que pronuncian los padres para el bebé se van inscribiendo en la mente, en el corazón y en el cuerpo del bebé y, más tarde, cuando se inicie la lectura formal, el niño ya tendrá un vínculo afectivo con ellas”, añade Rodríguez.
Aun así, la lectura en la primera infancia no se limita solamente a la voz de los padres y a las palabras que pronuncian; hay que sumarles un factor determinante: el o físico. Para ello se puede recurrir a juegos tradicionales con el cuerpo, como, “este dedito compró un huevito...”, eso le da calidez al momento y se traduce, según la especialista, en una especie de envoltura que le da seguridad al bebé.
Más adelante, a los 4 meses se puede emplear el libro, el cual contribuye a que el niño empiece a fijar su atención y a ver en la lectura la posibilidad de interactuar con otros.
Ahora bien, cuando los niños entran al jardín, pero ya han pasado por la experiencia de la lectura en la primera infancia, su aprendizaje formal de lectura y escritura se desarrolla de manera más tranquila, espontánea y divertida.
Construyendo un mundo de palabras
La lectura en la primera infancia redunda en el desarrollo comunicativo y la socialización de los niños, pues les van ampliando sus posibilidades de expresión.
Esto teniendo en cuenta que van conociendo las palabras de su lengua materna; así, poco a poco, las aprenden para manifestar sus deseos, puntos de vista e inquietudes.
• POR: melissa serrato ramírez